Claroscuros, dinamismo e impecable manejo del color, son algunas de las características que destacan en las cinco obras de los fondos virreinales del Museo Nacional de Arte que forman parte de la muestra En Ad Maiorem Dei Gloriam. Una mirada barroca sobre la Compañía de Jesús.

Entre los artistas ahí representados, encontramos obras de Juan Francisco de Aguilera, cuyo nombre figura entre los pintores reunidos en la Ciudad de México en torno a la “Academia” instaurada por la Familia Rodríguez Juárez; Juan Rodríguez Juárez, quien destacó por su interés en los tipos populares a través de sus famosas pinturas de castas; y Juan Patricio Morlete Ruiz, uno de los pintores mestizos más destacados del siglo XVIII.  

Por otra parte, Miguel Cabrera, nacido en Antequera de Oaxaca, es considerado uno de los mayores exponentes de la pintura novohispana y se sabe que estuvo al frente de un gran taller que atendió a una importante clientela, incluida la Compañía de Jesús.

En esta exposición sobresalen los aciertos plásticos del Barroco exuberante y del tránsito al Neoclasicismo en Nueva España, que se pueden apreciar en la obra La Purísima Concepción con jesuitas (1720) de Juan Francisco de Aguilera. 

La muestra se complementa con los retratos de San Francisco Xavier (ca. 1750-1760) y San Ignacio de Loyola (ca. 1750-1760) de Miguel Cabrera; San Estanislao de Kostka (ca.1717) de Juan Rodríguez Juárez y San Luis Gonzaga (ca.1770) de Juan Patricio Morlete Ruiz.

La Compañía de Jesús llegó a Nueva España en 1572 con una decidida vocación evangélica y el lema: A la mayor gloria de Dios.

Célebres por su erudición y didactismo, los jesuitas fundaron colegios y seminarios que fueron plataforma para el estudio y la divulgación del