El convivio del difunto revela una verdad que estuvo oculta por más de treinta años
- Obra escrita y dirigida por Martín Zapata que aborda las pasiones humanas, la muerte y la idiosincrasia mexicana
- Se presentará del 2 al 26 de agosto en el Foro de las Artes del Cenart
El Ave María suena de fondo y, de pronto, un rayo de luz corta la profunda oscuridad en la que está inmerso el comedor. Aparece Magda, la sirvienta de la casa, quien en forma de ritual apunta una copa a los cuatro puntos cardinales y finaliza un rezo. Ha muerto el patrón, pero, de manera inexplicable, sigue moviéndose y hablando como si estuviera vivo.
Así inicia El convivio del difunto, obra dirigida y escrita por Martín Zapata que volverá a presentarse en el Foro de las Artes, del Centro Nacional de las Artes. Tendrá funciones del 2 al 26 de agosto, jueves y viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00.
Es una tragicomedia, a cargo de la Compañía Nacional de Teatro, que habla sobre la muerte, las pasiones humanas y la idiosincrasia mexicana. La historia, a través del fallecimiento de su protagonista, revela una verdad que estuvo oculta más de treinta años y que fue la esencia de un matrimonio.
“Fue una obra que tuvo mucho éxito el año pasado y ahora vuelve a escena. Es un texto que escribí en 2016 y estrené en 2017 con la Compañía Nacional de Teatro, tiene muchos elementos cómicos, aunque también trágicos”, detalló Martín Zapata, director del montaje, al ser entrevistado.
“El convivio del difunto trata acerca de una pareja donde el esposo muere, pero sigue hablando y moviéndose como si estuviera vivo. Esto mete en un gran problema a la esposa y al matrimonio de sus amigos. Es una historia que sucede en México, en 1972, y la trama evoluciona hasta que se devela un secreto que había estado oculto por años”.
De acuerdo con el dramaturgo, uno de los grandes temas que aborda es la relación que tiene el mexicano con la muerte. “Es un eje central, porque es lo que hace convulsionar la historia. El tema se toca desde el humor y otras aristas, sin embargo, también aborda de forma seria algunos acontecimientos que suceden en la realidad”.
Al tocar el tema de la muerte, la obra recurre a las raíces del México precolombino y, al mismo tiempo, al desarrollarse en una casa opulenta de la década de los setenta, se expone la idiosincrasia del mexicano.
El dramaturgo aseveró que, a través de lo visual, El convivio del difunto evoca a la Época de Oro del cine mexicano: “Hay algunas referencias a las historias de aquella época. Ubicar la obra de teatro en el pasado, paradójicamente, permite un diálogo con el presente y hace un contraste reflexivo en cuanto a temas como la amistad y el amor, sobre todo lo que pasa en las relaciones interpersonales a un nivel de condición humana”.
“Además, es una crítica a la familia convencional, donde aparentemente no pasa nada, pero abajo hay muchas cosas terribles sucediendo. Habla de esa pareja que no se dice las cosas y, al final, genera situaciones monstruosas”.
Zapata señaló que eligió los años setenta porque “no había muchas cosas que ahora son comunes, como la posibilidad de investigar de forma sencilla si de verdad una persona está muerta o no, era más difícil de probar en esa época”.
“También había una especie de modelo sobre las cosas, proveniente de los años veinte y que llega a los setenta, pero después las cosas cambian: la organización familiar, social, de clase. Creo que esta vuelta al pasado nos permite repensar el presente, acercarlo. El teatro está lleno de parábolas”, finalizó.
El convivio del difunto cuenta con las actuaciones de Arturo Beristain, Mariana Giménez, Diana Fidelia, Gastón Melo, Juan Carlos Remolina y Astrid Romo. El vestuario es de Jarildy Bosh, el diseño sonoro de Joaquín López Chas y la escenografía de Alejandro Luna.
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