ARTES VISUALES

Los fotomurales de Lola Álvarez Bravo ahora pueden ser traídos de vuelta a la luz: James Oles

Boletín No. 1112 - 17 de agosto de 2018
  • El historiador, curador e investigador especializado en arte latinoamericano impartió la conferencia Lola Álvarez Bravo: fotomuralista, donde abordó una faceta poco conocida de la artista

“Quedan pocos registros de sus obras como fotomuralista, quizá por su fragilidad o porque pasaron de moda muy rápido. Su trabajo en ese ramo es uno de los aspectos menos estudiados de su trayectoria, pese a que en los años cincuenta realizó por lo menos quince fotomurales de gran tamaño para distintos recintos”, afirmó el investigador James Oles durante la conferencia Lola Álvarez Bravo: fotomuralista.

El historiador, curador e investigador especializado en arte latinoamericano, James Oles, impartió una conferencia sobre Lola Álvarez Bravo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en el contexto del 25 aniversario luctuoso de la fotógrafa mexicana.

“Estas obras, todas perdidas y olvidadas, la revelan como la principal mujer muralista de su época. De hecho, fue la única muralista mexicana importante que participaba en el fenómeno que se conoce como integración plástica: la incorporación de pintura y escultura en los exteriores de los principales proyectos arquitectónicos, solo que ella siempre trabajaba en los interiores de los edificios”, indicó Oles.

“Pienso que en sus fotomontajes encontró una manera de distinguirse claramente de la obra de Manuel Álvarez Bravo. El interés de Lola en ese rubro puede ubicarse en su amistad con Tina Modotti, a quien conoció a finales de los años 20, después de que Edward Weston regresara a California”.

De acuerdo con el también curador, Lola creó sus primeros fotomontajes en 1935. Los realizó en forma de carteles revolucionarios para una exposición de obras maestras de arte en las escuelas públicas, evento organizado por María Izquierdo.

“Posteriormente comienza a trabajar en distintos proyectos, fotografiaba la construcción de presas, carreteras, escuelas y documentaba las extensas campañas de alfabetización. Pero ella nunca consideró estas imágenes como obras de arte ni las incluyó en sus exposiciones o catálogos. Es decir, dividía su producción en dos secciones: el arte y el trabajo”.

Sus fotomurales, detalló, ilustraban el desarrollo, la tecnología, el capitalismo, los sistemas informáticos y de comunicaciones: “Sus obras eran pro-tecnología y pro-industria, abogando por la aceleración de la producción y el crecimiento económico”.

“Se calcula que su primer fotomural fue creado en 1950 para el vestíbulo del Instituto Mexicano del Seguro Social, las copias impresas que sobreviven revelan que ocupaba una escalera, por mencionar uno de tantos”.

Y agregó: “He identificado por lo menos otros siete fotomurales de Lola, algunos con documentación visual y otros no. Por ejemplo, el realizado para la Universidad Femenina de México, fundada en 1943 por Adela Formoso, gran feminista”.

Para el investigador, quien conoció a la artista de la lente, “los fotomurales que Lola Álvarez Bravo realizaba en los años 50 ahora pueden ser traídos de vuelta a la luz, luego de haber sido olvidados hace 25 años en el momento de su muerte”, finalizó.

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