Fígaro se encamina a su boda y la Ópera de Bellas Artes al éxito total
- Las bodas de Fígaro, de Mozart, se escenifica con el beneplácito del público en el Palacio de Bellas Artes
- Última función: domingo 25 de noviembre
Y después de muchas vicisitudes, Fígaro se encamina a su boda, y la puesta en escena de la Compañía Nacional de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) al éxito total.
Este jueves por la noche en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes –con la asistencia de la directora general del INBA, Lidia Camacho-- el público abarrotó el recinto para ser testigo de un redescubrimiento en esta obra escrita en 1786: después de más de 230 años, las relaciones entre los seres humanos siguen igual… o peor.
Mauricio García Lozano, director de escena de Las bodas de Fígaro, de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), retoma la historia del barbero pícaro que se enfrenta al patrón en una lucha de egos, de clases sociales, de hombres contra mujeres, en la que cada uno atiende sus intereses y se deja llevar por sus ambiciones y deseos.
La obra marca también el fin de la Temporada 2018 de la Compañía Nacional de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes. Se trata de una nueva producción de la ópera bufa en cuatro actos, con música de Mozart sobre un libreto en italiano de Lorenzo da Ponte (1749-1838), basado en la pieza de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais (1732-1799), Le Mariage de Figaro ou La Folle Journée.
Con dirección concertadora del maestro Srba Dinic y un elenco internacional encabezado por el bajo ruso Denis Sedov como Fígaro, el barítono mexicano Armando Piña como el conde Almaviva, la soprano armenia Narine Yeghiyan como la condesa Almaviva y la soprano rumana Letitia Vitelaru como Susana, prometida de Fígaro, la obra llegó a su penúltima escenificación, pues aún queda una más el próximo domingo 25 de noviembre.
Convertido ya en un especialista en la obra de Mozart, Mauricio García Lozano retoma esta ópera bufa para plantear una reflexión seria y hacer notar que en las postrimerías del siglo XXI en las relaciones humanas impera el machismo, la lucha de poder, la misoginia, el feminismo a modo: la lucha de hombres contra mujeres, y viceversa.
Ubicada a comienzos del siglo XX en un lugar de Sevilla, España, la obra cuenta la historia de Fígaro y Susana --siervos del conde Almaviva--, quienes están por unirse en matrimonio. Antes de otorgar su permiso para el enlace, el conde planea seducir a Susana, ejerciendo el abolido “derecho de pernada”. La pareja de enamorados, en complicidad con la también engañada condesa Almaviva, se preparan para impedirlo a toda costa.
Por otra parte, el propio conde descubre que su paje Cherubino intenta seducir a la condesa, hecho que despierta su furia contra el joven. Y, a su vez, Marcelina y Bartolo harán lo posible porque Fígaro cumpla un antiguo contrato que lo obliga a casarse con ella para regocijo del conde.
Si en el tratamiento queda clara la fugacidad de las pasiones humanas, también el poder del arte para reflexionar acerca de las virtudes y defectos del ser humano, esas que el propio Mozart describió hace más de 200 años a través de la música y el canto para dar al mismo tiempo una esperanza a la humanidad.
En esta obra destaca el trabajo del equipo creativo que, a través de un escenario giratorio, da cuenta de las vueltas que da la vida. La escenografía es obra de Jorge Ballina, iluminación de Víctor Zapatero; en vestuario, Jerildy Bosch; maquillaje, Maricela Estrada, y coreografía y movimiento escénico de Vivian Cruz.