Lola Álvarez Bravo, primera fotógrafa mexicana, transitó de la fotografía documental a la experimental
- Sus imágenes son apreciadas como una “biografía visual” de los ámbitos artístico, urbano y rural del país
Considerada la primera fotógrafa mexicana, Lola Álvarez Bravo (Dolores Martínez de Anda) se desempeñó como reportera gráfica, fotógrafa comercial y documental, retratista profesional y artista plástica. Abarcó gran diversidad de temáticas bajo la influencia de Edward Weston, Tina Modotti y el propio Manuel Álvarez Bravo. Destacan sus imágenes documentales de la vida cotidiana y sus experimentos con el fotomontaje y el fotomural.
Apasionada de la imagen, la artista es considerada una de las fotógrafas más prolíficas, cuya obra es apreciada como una “biografía visual” de los ámbitos artístico, urbano y rural del México del siglo XX.
En la década de los años sesenta, Lola Álvarez Bravo fue jefa del Departamento Fotográfico del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) donde registró la obra de destacados pintores, además trabajó para el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y para diversas secretarías de Estado.
Una de sus primeras exposiciones en el Palacio de Bellas Artes la presentó en 1944, con 28 fotografías; posteriormente en las décadas de los cuarenta y cincuenta, Lola se erigió en figura importante de la promoción y la organización de exposiciones de arte mexicano, varias llevadas a cabo en INBAL. Fue en 1965 cuando se expusieron retratos de la artista jalisciense, bajo el título Galería de mexicanos: 100 fotos de Lola Álvarez Bravo.
Colaboradora de grandes artistas, como Diego Rivera, Frida Kahlo, Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros, impartió clases en la Academia de San Carlos y creó un taller de fotografía. En 1951 abrió la Galería de Arte Contemporáneo, en la cual organizó la única exposición en vida de Frida Kahlo en 1953.
Nació en Lagos de Moreno, Jalisco en 1907 y falleció el 31 de julio de 1993. Se trasladó a la Ciudad de México en 1916 y después conoció a Manuel Álvarez Bravo, con quien se casó en 1924; posteriormente cambiaron su residencia a Oaxaca donde vivieron hasta finales de los años veinte.
De Manuel Álvarez aprendió el arte de la fotografía y aunque el matrimonio se separó en 1934, Lola conservó su apellido de casada. Su carrera como fotógrafa inició a mediados de los años treinta en la revista El maestro rural, editada por la Secretaría de Educación Pública. También colaboró con la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y participó en una exposición organizada por la pintora María Izquierdo que agrupó a varias creadoras de la Sección de Artes Plásticas de Bellas Artes.
Lola Álvarez Bravo realizó una serie de fotografías a Frida Kahlo, imágenes que constituyeron la exposición Frida y su mundo, la cual se realizó en la Galería Juan Martín en los años noventa.
Reconocida con diversas distinciones y premios, presentó su primera exposición individual en 1964 y a partir de entonces sus fotografías se publicaron y expusieron tanto en México como en Estados Unidos.
En noviembre de 1985 se colocó una placa con el nombre de Lola Álvarez Bravo en el Teatro Degollado de Guadalajara, Jalisco, donde se inauguró una exposición de con alrededor de 80 fotografías. Lola Álvarez Bravo se retiró de la actividad profesional en 1989 y cuatro años después, el 31 de julio de 1993, falleció en la Ciudad de México.
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