DANZA

El Teatro de la Danza Guillermina Bravo cumple medio siglo como icono de la expresión dancística contemporánea

Boletín No. 1414 - 17 de septiembre de 2019
  • Abrió sus puertas el 19 de septiembre de 1969 con la obra Zaratustra; al poco tiempo se convirtió en el escenario para la danza más importante en México
     
  • Coreógrafos y bailarines ven en él un espacio de experiencias y aprendizajes; se realizarán diversas actividades que recuperan la memoria del recinto

El Teatro de la Danza Guillermina Bravo celebrará 50 años de vida. La inauguración de este espacio, que se ha convertido en el escenario dancístico más importante del país y referente del género contemporáneo, se llevó a cabo el 19 de septiembre de 1969.

Sobre los espectáculos que se presentaron en esa ocasión con motivo de su apertura, existen dos testimonios. Uno consigna que los ballets Clásico de México, Autóctono y Mexicano de Ciudad Juárez y Nacional de México ofrecieron diversas presentaciones en su temporada inaugural.

El Ballet Clásico de México, que era la compañía oficial del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), conformado por Laura Urdapilleta, Sonia Castañeda, Jorge Cano, Susana Benavides y Francisco Martínez, presentó del 19 al 21 de septiembre las coreografías: Bachianas, de Nellie Happee; Dúo, de Bodyl Genkel; Huapango, de Gloria Contreras y 8 invenciones, de Manuel Parrés, bajo la dirección general de Clementina Otero de Barrios.

El Ballet Autóctono y Mexicano de Ciudad Juárez, dirigido por el profesor Francisco Xavier Flores, ofreció un programa sobre Mito y brujería de la sierra Tarahuamara, del 25 al 27 de septiembre, en tanto que el Ballet Nacional de México, bajo la dirección de Guillermina Bravo, cerró la temporada con el estreno de la coreografía Los magos, de la propia maestra y bailarina; Refrán del soñador, de Rossana Filomarino; Daguerrotipos, de Federico Castro; Acertijo, de Luis Fandiño y El desierto, de Raquel Vázquez, del 28 al 30 de septiembre de 1969.

El otro testimonio refiere que el teatro abrió sus puertas con el montaje de la obra Zaratustra, dirigida por el Alejandro Jodorowsky, en la que participaron los actores Carlos Ancira, Isela Vega, Héctor Bonilla, Jorge Luke, Susana Karmini y Álvaro Carcaño.

Ubicado en el Centro Cultural del Bosque, el Teatro de la Danza Guillermina Bravo fue diseñado por el arquitecto Ramiro González del Sordo. Inicialmente fue un espacio de preparación para los alumnos de la Academia de la Danza Mexicana. Posteriormente, a instancias de la maestra Clementina Otero, durante su gestión como jefa del Departamento de Danza del INBAL, se destinó a espectáculos de danza y sede del Ballet Clásico de México dirigido por Otero, quien también dio cabida al teatro experimental.

Al poco tiempo se convirtió en el escenario dancístico más importante de México y actualmente es un referente para el impulso, desarrollo y difusión de la danza contemporánea.

Al poco tiempo se convirtió en el espacio de exhibición dancística más importante de México y actualmente es un referente para el impulso, desarrollo y difusión de la danza contemporánea.

Durante estos 50 años se remodeló en varias ocasiones. En 1981 se amplió el foro para albergar a lo más destacado de la danza, así como a los grupos independientes y a las compañías de danza apoyadas por el INBAL, como Ballet Nacional de México, Ballet Independiente, Ballet Teatro del Espacio y Compañía Nacional de Danza Folklórica. A la fecha se presentan pequeñas y grandes agrupaciones del país, además de artistas y grupos extranjeros.

El 13 de junio de 2018 el recinto se nombró Teatro de la Danza Guillermina Bravo, apelativo con el que se reconoce, por un lado, a una mujer que fue crucial en el desarrollo de la danza nacional y, por otro, a un recinto que se ha posicionado como un espacio emblemático del quehacer escénico en nuestro país.

Depositario de una tradición

“Hace 50 años no había un teatro igual. Se trata de un espacio invaluable que fue parteaguas en México, sobre todo por la época en la que surgió, ya que acababa de pasar el movimiento del 68 y el país vivía una crisis; la comunidad artística estaba en la incertidumbre, así que, como una forma de reivindicación, se creó el Centro Cultural del Bosque que incluía, por supuesto, el Teatro de la Danza”, comentó Francisco Bejarano, director general del Grupo Artístico Mexicano Macuilxóchitl, fundado en 1980.

Como un teatro icónico lo define Cecilia Lugo, fundadora, coreógrafa y directora de Contempodanza. “En lo personal creo que es el mejor teatro que hay para danza en el país. Tiene una isóptica perfecta, es cálido, tiene las medidas precisas, la iluminación es de calidad y se genera una cercanía con el público inigualable. He presentado aquí mis mejores obras… Vi cuando lo construyeron, ladrillo tras ladrillo, cuando pusieron la primera piedra”, manifestó.

Por su parte, Laura Rocha, bailarina y coreógrafa de la compañía Barro Rojo desde 1986 y directora artística de la misma agrupación a partir de 1994, expresó que la importancia de este teatro radica en haber sido el primero para esta disciplina artística. “Sienta un precedente en los teatros públicos del país. En lo personal, está profundamente arraigado en mi vida profesional. Me cobijó en mi etapa de estudiante… Para mí representa un espacio de experiencias y aprendizajes. El Teatro de la Danza, ahora llamado Guillermina Bravo, es un recinto emblemático de la cultura mexicana, específicamente de las artes escénicas. Y para Barro Rojo ha sido un testigo y cómplice de nuestra historia y crecimiento”.

Óscar Ruvalcaba Pérez, coreógrafo, bailarín y maestro, también opinó sobre la trascendencia del Teatro de la Danza Guillermina Bravo. “Es importante que sea un espacio dedicado exclusivamente a este arte. En ese sentido, creo que es como un santuario donde se va a ver, entender y revisar la danza en todos sus géneros. Es un foro donde se cultiva el espíritu de la danza y es depositario de una tradición. Lo que me resulta interesante es que este teatro tiene esa posibilidad como ave fénix, que se quema en sus propias cenizas y luego resurge más esplendoroso y fuerte; creo que esta es la condición constante de la danza en México, siempre al límite. Por eso este teatro es un espacio privilegiado”.

Guillermina Bravo, figura central de la danza mexicana del siglo XX

Durante su infancia, Guillermina Bravo (Chacaltianguis, Ver.1920—Santiago de Querétaro, Qro. 2013) recorrió gran parte del territorio del país, debido al trabajo de su padre, lo que probablemente logró que ella recibiera un conocimiento amplio de las distintas culturas mexicanas.

Sus estudios de danza clásica, moderna y folclórica los hizo en la Escuela Nacional de Danza dirigida por Nellie Campobello, en el Conservatorio Nacional de Música y en el estudio de la maestra Estrella Morales, donde fue descubierta por la bailarina y coreógrafa estadounidense Waldeen von Falkenstein, quien la invitó a participar en el Ballet de Bellas Artes.

Posteriormente continuó su desarrollo técnico y junto con Ana Mérida fundó y dirigió la Academia de la Danza Mexicana. Con Josefina Lavalle estableció la Compañía de Ballet Nacional de la Ciudad de México que, a partir de 1991, se ubicó en Querétaro como el Centro Nacional de la Danza Contemporánea.

Guillermina Bravo realizó la coreografía de más de 20 obras teatrales. Además de elaborar programas técnicos de enseñanza de la danza y de coreografía, en 1969 coadyuvó a instaurar los primeros cursos intensivos de danza contemporánea para estudiantes de la UNAM; más tarde fundó el Seminario de Danza Contemporánea y Experimentación Coreográfica (UNAM-Ballet Nacional). Contribuyó a la organización de la Facultad de Danza en la Universidad Veracruzana (1975) y fundó el Ballet Nacional del Centro Nacional de Danza Contemporánea en Querétaro (1990-1991).

Durante la existencia del Ballet Nacional de México, Guillermina Bravo atrajo para trabajar en conjunto a destacados literatos, compositores, escenógrafos, maestros y críticos que aparecieron, a lo largo de varias décadas, en los programas de mano como colaboradores de la compañía, entre otros, Emilio Carballido, Mario Lavista y Carlos Monsiváis. Fue merecedora de premios y reconocimientos, como el Nacional de Danza José Limón (1989), el Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes en 1979 y la Academia de las Artes la designó Miembro honorario.

Actividades de aniversario

Para conmemorar este medio siglo de vida, el INBAL, a través de la Coordinación Nacional de Danza, ha preparado varias actividades que tienen el propósito de recuperar la memoria dancística del recinto.

Mediante el programa Anuario coreográfico. Ganadores del Premio INBAL-UAM se dará voz a quienes han sido merecedores del Premio Nacional de Danza Guillermo Arriaga, vía streaming en el canal de YouTube de la Coordinación Nacional de Danza, los viernes, la primera se realizó el 13, y continuarán los días 20 y 27 de septiembre, a las 10:00 horas.

En Travesías en el Teatro de la Danza, bailarines que han pisado el escenario de este recinto compartirán sus experiencias en un conversatorio colectivo, que tendrá lugar en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo el martes 24 de septiembre, a las 18:00 horas. El mismo día, de manera previa, se inaugurará la exposición fotográfica Bitácora de viaje. 50 años del Teatro de la Danza, alusiva a aquellos artistas que le han dado vida a este espacio.

Asimismo, la revista Interdanza publicará el álbum fotográfico Efímero y eterno. El Teatro de la Danza en imágenes, edición especial en la que se registrarán los mejores momentos de las puestas en escena del recinto.

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