Roberto Montenegro, del muralismo a la escenografía en teatro, ópera, ballet y cine

Este 13 de octubre se cumple el 51 aniversario luctuoso del pintor, quien se desempeñó como director del Museo de Artes Populares y se involucró en el diseño de vitrales y cerámica industrial

Muralista, pintor de caballete, promotor de arte popular, escenógrafo de ópera, ballet y teatro, entre otras, Roberto Montenegro es considerado uno de los grandes artistas mexicanos del siglo XX.

En el marco del 51 aniversario luctuoso del creador del mural El árbol de la vida, o las piezas Cabeza azteca, Visión de los vencidos, Homenaje a Chirico, Tehuana, la investigadora Esperanza Balderas Sánchez precisó que el también pintor, litógrafo y escenógrafo mexicano debe ser recordado por varias razones, entre otras porque la calidad pictórica de Montenegro (17 de febrero, 1887 - 13 de octubre, 1968) es indiscutible. Era erudito y sumamente versátil, al grado de estar cerca del movimiento surrealista.

La especialista afirmó que la obra del pintor es interminable, ya que también se involucró en el diseño de vitrales y cerámica industrial pintada "casi toda inédita", grabado en madera, linóleum, litografía y metal; además, de desempeñar un papel importante en el vestuario y escenografías para teatro, ópera, ballet y cine.

La investigadora señaló que la calidad pictórica de Montenegro es indiscutible. Era erudito y sumamente versátil, al grado de estar cerca del movimiento surrealista.

Reconocido con el Premio Nacional de Artes 1967, el artista plástico nacido en Guadalajara fue un importante promotor del arte popular y gracias a él se fundó el primer museo dedicado a este tema en todo el país, en los años veinte bajo la tutela de José Vasconcelos y en 1934 fue nombrado director del Museo de Artes Populares de Bellas Artes. Vasconcelos lo comisionó para realizar diversos murales en la Secretaría de Educación Pública; también hay obra suya en la Escuela Benito Juárez, en la Librería Iberoamericana y en la Escuela Nacional de Maestros.

Otra de las características del artista, dijo, “fue el creador del primer mural del país: El árbol de la vida y se ubica en el ex Templo de san Pedro y san Pablo”, además de referirse a otras obras que se encuentran en el edificio sede de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el Palacio de Bellas Artes, y otras más en escuelas públicas. “Montenegro no pinto muchos murales”, acotó la especialista.

Montenegro, dijo, ha sido un ejemplo a seguir entre los artistas contemporáneos, como es el caso del fallecido Francisco Toledo, incluso fue estudiado por escritores como Carlos Monsiváis, debido a la relación del pintor con Salvador Novo y Xavier Villaurrutia, entre otros.

Un rasgo distintivo de su mentalidad es que Montenegro se inclinó a otros lados que no fueran única y exclusivamente de la identidad nacional, aunque en sus inicios hacía figuras mexicanas cuando radicaba en España. En 1915, Montenegro pintaba escenas mexicanas costumbristas, como mujeres indígenas al lado de magueyes y otras similares.

Balderas Sánchez afirmó que todo esto sólo son flashazos de una luz resplandeciente, como lo fue Roberto Montenegro, quien en 1931 acompañó a Sergei Einsenstein a intentar filmar ¡Viva México!, que nunca terminó.

Su colección de arte popular la posee el Centro Nacional Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).

Parte de su obra son Mujer en caballo (1907), los murales El árbol de la vida (1921-1922), la Fiesta de la Santa Cruz (1922-1923), El ángel de la paz (1922), El cuento de Aladino (1925), La sabiduría y La poesía, en 1923, principalmente. 

Montenegro mantuvo su vocación de pintor a lo largo de su vida y de su vasta producción, destacan principalmente los retratos y los cuadros imaginativos, que lo relacionan con el surrealismo. 

Entre sus amigos estuvieron Diego Rivera, Ángel Zárraga, Francisco Goitia, Benjamín Coria, los hermanos Garduño, Saturnino Herrán y Francisco de la Torre, Pablo Picasso, Georges Bracque, Juan Gris y Jean Cocteau, además de ser influenciado en su trabajo por Aubrey Beardsley.

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