Resguardar el patrimonio prehispánico, propósito de Diego Rivera en su faceta como coleccionista

- La investigadora Ana Garduño impartirá la conferencia Diego Rivera. Coleccionista sensorial en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo
“La figura de Diego Rivera y su obra no pueden disociarse de su gestión como coleccionista de arte prehispánico (…) y su gran preocupación fue resguardar este patrimonio para los mexicanos”, explicó en entrevista la investigadora Ana Garduño, quien impartirá la conferencia Diego Rivera. Coleccionista sensorial, este 29 de noviembre, a las 18:00 horas, en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, recinto expositivo del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal). La entrada será libre.
“Quiero compartir principalmente dos cosas”, adelantó en breve entrevista la doctora en Historia del Arte. “Primero, hay que destacar su relación con el arte prehispánico. Como un personaje de la cultura mexicana, Diego Rivera tuvo diferentes papeles, como artista, muralista, creador de instituciones y, si queremos entenderlo de una manera más integral, tenemos que incluir su faceta como coleccionista.
“Por otro lado, hay que recordar que una de sus grandes preocupaciones fue resguardar el patrimonio, pero a nosotros, como sociedad contemporánea, nos toca activar ese patrimonio, el cual ya está en los museos, en las colecciones y espacios públicos. Si no lo visitamos, si no lo conocemos, si no lo estudiamos, va a permanecer inactivo, y es como si no existiera. La invitación es a conocer este patrimonio que generaciones anteriores a las nuestras decidieron proteger y resguardar”.
La especialista del Centro Nacional del Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap) recordó que el coleccionismo de Rivera atendía a un interés legítimo de conservación y difusión, pero también estaba fuertemente influenciado por su actividad artística:
“Diego Rivera fue uno de los coleccionistas más destacados e interesantes del siglo XX mexicano. Su devoción y amor por el arte mesoamericano fue muy importante y lo llevó a formar una colección enorme de piezas de diferentes procedencias y periodos históricos (se dice que son más de 12 mil), pero todas obedecen a un deseo de salvaguardar un patrimonio. Él estaba viendo el peligro que implicaba el saqueo y salida de estos bienes patrimoniales al extranjero, para conformar colecciones fuera de México.
“Consideraba, entonces, legítimo que los mexicanos coleccionaran obras prehispánicas, siempre y cuando se mantuvieran en territorio nacional. Él pensaba que si los mexicanos coleccionaban estas piezas no habría oportunidad para que los extranjeros se las llevaran”.
Detalló que como buen coleccionista, tampoco quería secuestrar el patrimonio, esconderlo o invisibilizarlo. Lo que pretendió fue que se conociera por la gente, por ello se aseguró de crear una institución pública para garantizar su resguardo permanente en un museo (entre ellos el Anahuacalli y el MCEDRyFK). Esto fue muy importante porque sabía que todas las colecciones corren el riesgo de dispersarse a la muerte del coleccionista, de regresar al mercado y venderse.
Sobre la relación de Rivera con el arte mesoamericano, explicó que fue sensorial: “Parto de una anécdota que solía recordar Guadalupe Marín, novelista y su primera esposa. Ella lo acompañó a diversos lugares para buscar tepalcates y narra que a Rivera no le importaba que estuviera lloviendo, hiciera frío o mucho sol, sino que tenía una tremenda avidez por encontrar y recuperar estos tesoros que estaban casi a flor de tierra.
“Recuerda que los tocaba, los limpiaba, los acariciaba, los olía. Estamos hablando de un artista que fue también un coleccionista, por lo cual había una intencionalidad sensorial en relación con estos objetos, porque los hizo parte de su vida, los tuvo presentes. Hay una relación íntima, personal, emotiva, de amor”.
La preocupación legitima por resguardar el patrimonio, la devoción hacia los objetos, revelan su sensibilidad para apreciar y valorar las aportaciones plásticas de estas piezas: la pátina, el color, la textura, las formas, el método de manufactura, las técnicas de producción, el diseño.
La experta en coleccionismo destacó que hay una relación importante entre lo que Rivera coleccionó y su pintura, pues el muralismo fue una forma de difundir y poner en valor este acervo, el cual conocía muy bien:
“Hay un testimonio muy interesante de cómo se pasaba horas y horas en el antiguo Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía que estaba en la calle de Moneda y que fue uno de los principales museos desde el siglo XIX hasta 1963, cuando cierra para dar paso al Museo Nacional de Antropología, en Chapultepec.
“En los años veinte se le veía observando por horas las piezas de arte mesoamericano y dibujándolas. A él le dejaban entrar a ver los códices, de los cuales hacía copias. Es conocido que él sabía distinguir de qué región eran y a qué periodo podrían pertenecer”.
Sin embargo, explicó que parte de su acervo está integrado por piezas que no son originales, pues a él le interesaba el objeto en sí mismo. “Esta es una diferencia distinta a otros coleccionistas, que ven las piezas desde el punto de vista histórico, antropológico o arqueológico. Él tenía una devoción por el objeto en sí y su principal objetivo era proteger lo que consideraba la herencia de nuestros antepasados, porque, para él, coleccionar era igual que salvar del expolio, del robo y del saqueo, y darle su valor para difundirlo e investigarlo”.
Una manera en que llevó a cabo esto fue a través de sus murales, donde se pueden ver algunas piezas de su colección, dijo finalmente la especialista.