ARTES VISUALES

Representaciones femeninas en transformación. Siglos XIX y XX recorre los ideales de belleza y la liberación de las mujeres

Boletín No. 228 - 25 de noviembre de 2024
  • La exposición, conformada por pintura, moda y materiales gráficos, continúa en el Museo Nacional de San Carlos hasta el 16 de febrero de 2025

La sociedad ha definido la idea de belleza femenina según las normas y costumbres de cada época, pero la belleza no es fija, sino que cambia con las tendencias culturales. A lo largo de la historia estos ideales se han reflejado en el arte, generalmente creado por hombres, bajo un sistema patriarcal. La exposición Representaciones femeninas en transformación. Siglos XIX y XX, actualmente en exhibición en el Museo Nacional de San Carlos, examina cómo el arte y la moda han representado estos ideales.

La muestra, organizada en cuatro núcleos temáticos, incluye pinturas, moda y materiales gráficos que exploran la evolución de la belleza femenina y la liberación de las mujeres en el siglo XX.

En la obra de Peter Paul Rubens (1577-1640) los cuerpos femeninos son concebidos con voluptuosidad y exuberancia, con el predominio de figuras curvilíneas, redondeadas y de proporciones generosas. Para Rubens, el cuerpo femenino debería representar la prosperidad y abundancia, descritas a partir de figuras saludables y con copiosas carnalidades, contrastando con los cánones de belleza más estilizados y delgados que se perfilarían en épocas subsecuentes.

La Femme Fatal surge con la aparición del movimiento simbolista a finales del siglo XIX, poetas y pintores comenzaron a representar a la noche en forma de una mujer voluptuosa, seductora y maligna que, por medio de su sensualidad, consumía a los hombres que se dejaban atrapar por ella.

Para principios del siglo XX, la imagen de la Femme Fatal fue ampliamente representada como símbolo de los vicios y excesos a los que se exponían los hombres que no eran virtuosos. En su obra La femme et le pantin, el pintor Ángel Zárraga (1886-1946) muestra a una bella mujer desnuda controlando el destino de un hombre que, al ceder al deseo, es sometido y despojado de toda voluntad.

La belleza física no es un conjunto fijo de rasgos, sino una miscelánea de tendencias socioculturales que influencian el inconsciente colectivo de una o varias generaciones. A lo largo de la historia, estos ideales de belleza femenina han sido reflejados y documentados a través de obras de arte, casi siempre creadas por hombres.

Basada en la colección de arte del Museo Nacional de San Carlos, la exposición examina la compleja relación entre la representación visual de la belleza femenina y las expectativas socioculturales que han dominado el arte y la moda desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XX.

A mediados del siglo XIX, era común que los matrimonios de la alta sociedad mandaran a hacer sus retratos para ser exhibidos como un símbolo de prestigio; estas pinturas fueron comisionadas a Pelegrín Clavé, quien retrató a Lorenzo de la Hidalga como un líder nato, dejando en evidencia su posición como el arquitecto más importante de la época. En cambio, a su esposa, Ana María Icazbalceta, la representó como una mujer dulce y tranquila, resaltando su fina joyería de oro que alude a su gran capacidad económica.

Asimismo, realizó el Retrato de la señorita Rosario Echeverría Almanza (1848), en el que aparece la imagen de una joven mujer, sentada en una silla ricamente decorada; lleva un elegante vestido de seda blanca, con encaje en los hombros y joyería de oro. Con un gesto serio y a la vez dulce, Pelegrín Clavé pintó a los 17 años a Rosario Echeverría Almanza, la hija mayor del matrimonio conformado por Francisco Xavier Echeverría y María del Rosario Almanza. Su padre era un próspero comerciante y político amante del arte, benefactor de la Academia de San Carlos y amigo de varios pintores.

Otra prenda significativa fue el corsé, que dominó la moda femenina por siglos y fue símbolo de belleza. Usado para levantar el busto y hacer la cintura más pequeña al presionar el torso, alcanzó su mayor popularidad en el siglo XIX, cuando los fabricantes competían por crear diseños más cómodos y decorativos. Pocas mujeres tenían cinturas de 45 cm, pero con la ayuda de modistas, varillas y raso, se lograba.

Pese a su popularidad, numerosos médicos y filósofos advirtieron de los peligros que causaba su uso prolongado al presionar las costillas inferiores, deformando el hígado, el estómago y el diafragma, y desplazando de lugar los intestinos y la matriz. Esto dificultaba la respiración y la circulación, y podía causar infertilidad, problemas intestinales o hepáticos, e incluso vapores histéricos.

Los movimientos feministas del siglo XIX alzaron la voz en contra de la tiranía del corsé, que mantenía a las mujeres aprisionadas. A inicios del siglo XX, Paul Poiret liberó a las mujeres del corsé, y Coco Chanel eliminó por completo esa silueta ajustada.

El siglo XX marcó un hito en la emancipación femenina, un tiempo donde las mujeres rompieron con las normas opresivas que las habían definido durante siglos. El núcleo La mujer se libera se adentra en momentos clave donde la lucha por los derechos y la transformación estética convergieron, permitiendo a las mujeres reclamar su autonomía. A través de prendas icónicas, obras plásticas y representaciones cinematográficas se celebra el radical cambio en la estética femenina y la apertura hacia la libertad de elección y expresión.

La muestra se mantendrá en exhibición hasta el 16 de febrero de 2025 en el Museo Nacional de San Carlos, avenida México Tenochtitlan No. 50, colonia Tabacalera.