LA COORDINACIÓN NACIONAL DE TEATRO PRESENTA LA PERIODISTA, DE ÁNIMA TEATRO

- Puesta en escena de Ánima Teatro que propone una analogía entre el teatro y el periodismo como espacios de compromiso y acción
- Una obra que utiliza la imaginación como mecanismo de resistencia frente a los efectos del encierro físico y mental
La cárcel puede ser tanto un espacio físico como una prisión mental; un espejo del mundo donde todos desempeñan un papel: el preso, el celador, el juez invisible. Desde este encierro, la palabra se alza como acto de resistencia. La periodista es un homenaje al periodismo ético y a las mujeres privadas de su libertad, una exploración del poder de la imaginación como vía de escape frente a la censura y el castigo.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Teatro y Ánima Teatro, presentan la puesta en escena La periodista, con dramaturgia y dirección de Emilio Urióstegui, bajo la producción y actuación de Ana Cordelia Aldama.
La obra se presentará del 3 al 25 de mayo, los jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 horas y domingos a las 18 horas, en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque.
En palabras del director: “La Periodista describe más la vida de quien la observa que la suya propia: la vida de una celadora, a partir de un ejercicio de empatía con ella. Descubre que a ella la atraviesan también mandatos de género, de cuidados, violencias y el estigma como figura de autoridad. Ambas cumplen un papel dentro del círculo social y político. Dentro de esta dinámica escénica, la periodista hace un ejercicio de imaginación y ofrece ésta como la única puerta posible para la liberación de su mente y espíritu”.
El diseño sonoro y la música original son de David Rodríguez. Gabriel Silva participa junto a Emilio Urióstegui en el diseño de iluminación y está a cargo del diseño de dispositivo escenográfico. La música y la iluminación modifican la atmósfera sugiriendo espacios opuestos al contexto carcelario: espacios de luz y libertad.
A través del teatro, el cuerpo encerrado en un metro cuadrado invita a los espectadores a reconocer sus propias cárceles internas y a transformar el silencio en acción.