OBRAS QUE EXPLORAN LO ARCAICO, CÓSMICO Y MITOLÓGICO DIALOGAN EN LA EXPOSICIÓN FUTUROS ARCAICOS

- El artista sudafricano Nolan Oswald Dennis ofrecerá la charla Una conciencia negra del espacio, el 28 de mayo a las 17 horas, en el Museo Tamayo, en el marco de la Noche de Museos
La exposición Futuros Arcaicos reúne a artistas modernos y contemporáneos que imaginan el futuro desde lo arcaico, lo cósmico y lo mitológico, con obras donde predominan los colores rojo, negro y arena, exhibidas en las salas 3 y 4 del Museo Tamayo, recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
En el marco de esta muestra, el artista sudafricano Nolan Oswald Dennis impartirá la charla Una conciencia negra del espacio, en la que reflexionará sobre las condiciones materiales y metafísicas de la descolonización. La actividad se llevará a cabo el miércoles 28 de mayo a las 17 horas, en el Ágora de la exposición, como parte de la Noche de Museos.
Nolan Oswald Dennis es un artista paradisciplinario que vive y trabaja en Johannesburgo. Es licenciado en Arquitectura por la Universidad de Witwatersrand (Wits) y cuenta con una maestría en Ciencias del Arte, la Cultura y la Tecnología por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Su práctica explora las condiciones materiales y metafísicas de la descolonización, cuestionando las políticas del espacio (y del tiempo) desde una perspectiva sistémica. La charla se impartirá en inglés con traducción simultánea al español. Entrada libre.
El pasado arcaico como punto de partida
En esta exposición, los signos del más allá están implícitos tanto en los títulos de las obras —que insinúan el carácter animista y espiritual de los objetos e imágenes— como en las marcas, tallas y escrituras arcanas que trazan un nuevo origen.
Rufino Tamayo, en sus viajes por el mundo, registró reliquias culturales, paisajes desérticos y antiguos vestigios, que aparecen en esta exposición como una antología de su propia mirada sobre lo arcaico.
Este interés no fue incidental. Tamayo exploró lo ancestral, la cosmogonía mesoamericana, la espiritualidad y lo astral como principios universales para devolverle al arte su valor original.
Durante más de veinte años, reunió una colección de arte prehispánico de distintas culturas mesoamericanas. Actualmente, una selección de 26 piezas legadas por el artista a su familia se encuentra bajo resguardo en el Museo Tamayo. Parte de este acervo se exhibe como componente esencial de la muestra.
Conforme las y los visitantes se adentran en la exposición, destaca el color negro cósmico en una de las salas, asociado con múltiples significados: el vacío, el inframundo, la oscuridad, lo celeste y la trascendencia mística.
En esta sección, el color negro aparece en obras como Universo abierto (1988), de Kiyoshi Takahashi, elaborada en mármol negro (Colección Museo Tamayo / Fundación Olga y Rufino Tamayo); La rueda (1961), de Arnaldo Pomodoro, en vaciado de aluminio; y Piedra Lunar IV (1965), de Gio Pomodoro, en mármol belga pulido (Colección Museo de Arte Moderno, INBAL).
El negro se explora como una posibilidad de "avanzar hacia atrás", un concepto que fue apropiado por el retrofuturismo desde la utopía tecnológica, y que aquí se retoma como una manera de imaginar el futuro a partir de un retorno cíclico a los orígenes.
En la sección Paisajes telúricos, el desierto ha sido una visión recurrente al imaginar tanto el origen como el fin de la historia. En el arte, la idea del paisaje vacío —con su doble naturaleza de lugar inhóspito y místico— se ha convertido en un escenario idóneo para renovar la condición humana y espiritual, a partir de la segunda mitad del siglo XX. En esta sección se aprecia un temple sobre tela (1927) de Joan Miró.
También se exhibe una selección fotográfica que documenta los lugares y paisajes visitados por Tamayo. Esta se encuentra en la sección marcada por el color rojo, donde se puede ver al artista en sitios como el Teatro Nabateo de Petra (Jordania), el Palacio Quemado en Tula (Hidalgo), el Templo de Hera en Paestum (Italia), y los templos de Ramsés II y Nefertari en Abu Simbel, así como las pirámides de Giza en Egipto.
Las cualidades magnéticas, acústicas y plásticas de las obras también se amplifican mediante una cuidada selección de composiciones musicales concretas y experimentales.