EL LIBRO SIQUEIROS DOCUMENTADO. TESTIMONIO DE UN PROCESO CREATIVO ABORDA LAS OBRAS QUE EL ARTISTA REALIZÓ EN LECUMBERRI

· La publicación se presentará el miércoles 2 de julio, a las 19 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes
· Es un estudio de la investigadora Irene Herner, en colaboración con la doctora Mónica Ruiz
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) presentarán el libro Siqueiros documentado. Testimonio de un proceso creativo, realizado por la investigadora Irene Herner en colaboración con la doctora Mónica Ruiz. Esta obra documenta y analiza 57 piezas de David Alfaro Siqueiros (1896–1974), varias de ellas creadas durante su estancia en la Penitenciaría de Lecumberri, entre 1960 y 1964.
La presentación tendrá lugar el miércoles 2 de julio, a las 19 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Participarán las autoras, junto con Mariana Pérez Amor, Alejandra Reygadas de Yturbe, Daniel Garza Usabiaga y Gerardo Cedillo, coordinador nacional de Artes Visuales del INBAL.
El libro es resultado de más de 30 años de investigación de Irene Herner, quien ha identificado, localizado y documentado numerosas obras del artista que se consideraban perdidas.
“Siqueiros decía que era un artista público, fundamentalmente muralista. Sin embargo, durante su etapa de encarcelamiento y exilio —en Estados Unidos y en diversos países de Latinoamérica— continuó pintando. Solo entre 1960 y 1964, en Lecumberri, produjo alrededor de 400 obras en pequeño formato, que él llamaba ‘estudios para murales móviles’, donde siguió explorando su estilo cinético poliangular”, explicó Herner.
Explicó que, a raíz del surgimiento de apócrifos, pudo identificar y localizar cerca de 700 piezas, de las cuales se seleccionaron y estudiaron 57, realizadas en esas etapas difíciles. Algunas eran consideradas desaparecidas, aunque en realidad se encontraban en colecciones privadas.
“En el transcurso de los años en que he revisado obras, encontré piezas maravillosas de esas épocas adversas, en las que no podía pintar murales, pero seguía trabajando e ideando algunos de ellos, particularmente los que hizo para el Hospital La Raza, el Castillo de Chapultepec y la Sociedad Nacional de Actores (ANDA). Muchas de estas obras son estudios que aplicará después de 1964, cuando sale de la cárcel, y antes de iniciar el Poliforum”, detalló.
Añadió que estas piezas reflejan a un Siqueiros muy vital: “Decía que sus pinturas eran matrices fotogénicas, hechas para ser reproducidas mecánicamente, fotografiadas, filmadas y animadas”.
En ese sentido, destacó que esta nueva publicación es muy “siqueiriana”, pues responde al propósito que el propio artista asignó a esas piezas: “Es una edición fantástica que realiza el INBAL, porque las obras lucen en página completa. Está muy bien diseñado e impreso”.
Los textos que integran la publicación forman parte de la investigación de Herner, basada en archivos de la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS-INBAL) y del Getty Research Institute. Sobre este último, explicó que se trata de un conjunto documental que Siqueiros legó al artista boliviano Roberto Berdecio antes de partir a la Guerra Civil Española, y que data de las décadas de 1920 y 1930.
“Es un archivo sobre su estancia en Estados Unidos y diversos países de Latinoamérica. Aunque aparentemente son hojas sueltas, es un fondo riquísimo que permite ver cómo Siqueiros no solo pintó y actuó políticamente, sino que también teorizó. Es, realmente, un personaje muy completo. Estudiarlo permite tener una visión del siglo XX desde su mirada”.
El libro, que revisa los orígenes, técnicas, cromáticas y procesos creativos de las obras, está dividido en nueve capítulos: Siqueiros por Siqueiros, Visiones de niños, Mujeres de México, Bailarinas, Lo grotesco, Paisajes, Árboles y flores, Imágenes del pueblo y Personajes.
“Él se consideraba un artista de arte público, pero las circunstancias de su vida lo llevaron a trabajar en este formato. No solo pintaba para vender, también experimentó, desarrolló su técnica e investigó materiales. Recordemos que Siqueiros fue pionero en el uso de pintura industrial o piroxilina”.
Subrayó que, aunque algunas de estas piezas ya están en museos, la mayoría son poco conocidas por estar en colecciones privadas. Agregó que todavía hay obras del artista que no se han ubicado y otras que permanecen sin conocerse.
“Es una labor de investigación y rescate que debe continuar. Con este libro adelantamos esa tarea, pero aún falta un catálogo analítico de su obra para evitar caer en falsificaciones”.
Además de aportar información sobre su producción en el extranjero, señaló que esta publicación ayuda a desmontar el prejuicio de que Siqueiros fue únicamente un artista nacionalista o muralista.
“Fue un personaje complejo, que no solo militó, sino que también teorizó. Su obra fue presentada en la gran exposición de surrealismo realizada en Nueva York, entre finales de 1936 y principios de 1937. Siqueiros fue un artista universal: exploró todos los estilos del arte tradicional, estudió el arte precolombino y el modernismo. Fue un artista muy culto, un artista político, pero no un activista político”.
“Poco a poco, Siqueiros está ocupando su lugar como artista universal del siglo XX. Es necesario entender que su mexicanidad, su capacidad de mestizar las cosas y de generar un nuevo estilo, lo convierten precisamente en un artista universal. Es muy importante reconocerlo en todas sus dimensiones, y no solo como militante comunista o muralista nacionalista”.
Finalmente, reconoció el apoyo del INBAL para la edición de esta obra: “Me acerqué a Bellas Artes y el trabajo fue recibido con los brazos abiertos. Este proyecto comenzó en el sexenio pasado y hoy llega a buen puerto. Es una edición muy cuidada y bella”.