ARTES VISUALES

CONVERSATORIO CON TATIANA BILBAO SOBRE OPERA APERTA Y LA ARQUITECTURA INCLUSIVA

Boletín No. 1069 - 05 de septiembre de 2025

·         La arquitecta mexicana compartió su visión del proyecto que representa a la Santa Sede en la Bienal de Arquitectura de Venecia

El objetivo de Tatiana Bilbao al presentar el proyecto Opera Aperta, con el que participa en la 19ª Bienal de Arquitectura de Venecia 2025, es mostrar cómo cada persona puede intervenir en su entorno para mejorar la vida de la comunidad, la ciudad y el planeta. El evento concluirá el 22 de noviembre.

La charla, organizada por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), se llevó a cabo en el auditorio del Museo Rufino Tamayo como parte de las actividades para difundir en México la participación de los mexicanos en la Bienal.

Acompañada de la subdirectora general del Patrimonio Artístico Inmueble del INBAL, Dolores Martínez Orralde, Tatiana Bilbao explicó que su participación representa a la Santa Sede y presentó la arquitectura “como un proceso vivo, en el que restaurar no significa ocultar cicatrices, sino hacerlas visibles para generar encuentro”.

Ante un numeroso público, principalmente jóvenes, narró que hace unos meses recibió la noticia de que un cardenal de la Santa Sede —José Tolentino de Mendoza, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación del Vaticano— la invitaba a realizar el pabellón de la entidad en la Bienal.

El cardenal le encargó la restauración de la Casa de Santa María Auxiliadora, un antiguo hospicio fundado en el siglo XII, ubicado entre los Giardini y el Arsenale, que alguna vez fue albergue de peregrinos, luego hospital y, más recientemente, ludoteca. El proyecto busca reabrir el recinto no como museo, sino como “un espacio vivo en transformación”.

Opera Aperta, cuyo nombre toma del ensayo de Umberto Eco, es un proyecto de Tatiana Bilbao ESTUDIO y el colectivo barcelonés MAIO, con curaduría de Marina Otero Verzier y Giovanna Zabotti.  La propuesta promueve la reflexión sobre restauración, memoria y comunidad, y muestra cómo la arquitectura puede ser una práctica abierta, inclusiva y profundamente humana.

Paralelamente a las tareas de restauración, se llevan a cabo actividades relacionadas con la vida cotidiana de la comunidad, como gastronomía, música y talleres, con la participación de vecinos, universidades y asociaciones locales. El recinto, previamente semiabandonado y afectado por las continuas inundaciones de Venecia, fue rehabilitado para recibir a la comunidad, constituyéndose en un espacio de encuentro y fortalecimiento del tejido social.

Estas actividades se desarrollarán hasta el 22 de noviembre, cuando concluye la Bienal, mientras que las obras de restauración continuarán hasta febrero de 2026. El proyecto recibió una mención como uno de los más impactantes de la Bienal.

“Partimos —concluyó la arquitecta— del propósito de mostrar a la arquitectura no como un contenedor de funciones, sino como soporte para vínculos físicos, sociales y afectivos, y constatar cómo cada persona puede intervenir en su entorno para mejorar la vida de la comunidad, de la ciudad y del propio planeta”.