EL MUSEO NACIONAL DE SAN CARLOS EXHIBE REPRESENTACIONES MORTUORIAS DEL SIGLO XIX
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- Presenta una exposición integrada por pinturas, esculturas, fotografías, figuras de cera y objetos que expresan el sentir de la sociedad decimonónica frente al duelo
La exposición El beso de la muerte. Representaciones mortuorias en el arte y la cultura visual del siglo XIX, que se presenta en el Museo Nacional de San Carlos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), tiene como objetivo reflexionar sobre la muerte como un hecho ineludible y cotidiano, detonador de emociones. Está dedicada a repensar este fenómeno en el México del siglo XIX a partir del diálogo entre obras y objetos de la colección del museo, así como piezas provenientes de otros acervos.
La muestra integra cerca de 180 piezas procedentes de 30 colecciones públicas y privadas. Reúne botones, guardapelos, fotografías, figuras de cera, títeres, lápidas, utensilios médicos e indumentaria de duelo, además de pinturas y esculturas de gran formato que permiten reflexionar sobre la muerte como parte de la vida y observar cómo las sociedades negocian culturalmente con ella.
La exposición invita a conocer diversos estadios, ritos y actitudes vinculados con la muerte a través de cuatro núcleos temáticos: La antesala de la muerte, Cara a cara, La muerte retratada y Los lugares de la memoria.
Luis Gómez, curador de la exposición, explicó que el título alude a una frase recurrente desde finales del siglo XIX en la literatura. “Diferentes poetas, novelistas y escritores la utilizaron para hablar de un sentimiento que evocaba estremecimiento, pero también seducción. El beso de la muerte nos hace pensar en esa dualidad de algo que nos afecta y atemoriza, pero que al mismo tiempo nos atrae”.
Comentó que en aquel periodo la muerte se volvió cotidiana debido a la enfermedad, la guerra y las epidemias. “El primer núcleo, La antesala de la muerte, aborda la enfermedad como augurio, mientras que el segundo, Cara a cara con la muerte, se inspira en el concepto del memento mori —recuerda que vas a morir— como recordatorio de que la muerte es inexorable y que nadie escapa a ella, sin distinción de clase, género o condición”.
La muerte retratada presenta fotografías y esculturas que evocan cuerpos o cadáveres postrados que provocan estremecimiento, mientras que Los lugares de la memoria recorre los ritos y actitudes de quienes enfrentan la muerte de un ser querido.
La muestra abre con la pintura de gran formato Episodio del diluvio universal, realizada en 1851 por Francesco Goghetti, pintor italiano de gran renombre en el siglo XIX. La obra presenta una escena dramática del diluvio universal, en la que las personas intentan salvarse del castigo. Se exhiben también pinturas como Este es el espejo que no te engaña (1856), de Tomás Mondragón, donde se observa a una mujer de tamaño natural: una mitad ataviada con lujo y la otra convertida en esqueleto. Destaca además Cuerpo putrefacto (siglo XVIII), de autor desconocido, una representación de un cadáver en descomposición utilizada por la Iglesia como recordatorio moral.
Entre las piezas se incluyen títeres de la compañía Rosete Aranda, grabados de José Guadalupe Posada y figuras de cera, como El cuerpo relicario de Santa Rosita (siglo XIX), perteneciente al Museo Casa de las Mil Muñecas de la Ciudad de México. La exposición se complementa con un núcleo dedicado a la muerte infantil, integrado por esculturas de infantes dormidos de gran detalle.
La exposición El beso de la muerte. Representaciones mortuorias en el arte y la cultura visual del siglo XIX puede visitarse en el Museo Nacional de San Carlos, de martes a domingo, de 10 a 18 horas, hasta el domingo 29 de marzo de 2026.