El domingo 7 de agosto finalizará el periodo de exhibición de la muestra La arquitectura de David Muñoz y su legado
Ciudad de México, 3 de agosto de 2016
Boletín núm. 1017
El domingo 7 de agosto finalizará el periodo de exhibición
de la muestra La arquitectura de David Muñoz y su legado
- Integrada por bocetos, planos, maquetas, fotografías y videos
El legado del arquitecto David Muñoz Suárez, además de las sobresalientes obras que dejó en México y otros países, fue transmitir sus conocimientos durante 25 años a diversas generaciones de estudiantes que tuvieron la fortuna de ser sus discípulos en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Una muestra de las construcciones más significativas para él se presenta en el Museo de Arquitectura del Palacio de Bellas Artes, en la exposición La arquitectura de David Muñoz y su legado, que finalizará el domingo 7 de agosto, y cuya curaduría fue realizada por su hijo, Mauricio Muñoz Anchondo.
Bocetos, maquetas, fotografías, planos y tres videos integran la muestra en la que puede conocerse el proceso creativo de David Muñoz, quien se declaraba un enamorado de la arquitectura.
Considerado uno de los arquitectos más influyentes en la construcción del México contemporáneo, David Muñoz es autor de obras como el edificio de la Lotería Nacional, la Torre Prisma, el Palacio Legislativo de San Lázaro, la rectoría del campus Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana, el Centro de Prensa para las Olimpiadas de 1968 y el edificio de Gobierno de la República Unida de Tanzania.
No obstante, la que siempre consideró su obra maestra es una escalera de una sola pieza que desafía las leyes de la física, la cual se encuentra en una residencia en Tecamachalco en la que su padre, Félix Muñoz, fungió como maestro de obra.
En 1985, David Muñoz ganó la Bienal Mundial de Arquitectura, en Sofía, Bulgaria, por el edificio de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas del Instituto Politécnico Nacional.
Forma, textura y claroscuro marcan su estilo, pero en particular la sencillez y lo funcional es lo que dan un sello característico a su obra.
David Muñoz utilizó la cerámica para recrear los brillos y la policromía iridiscente de las culturas ancestrales, y el acrílico para diseñar grandes lucernarios.
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