DANZA

Elisa Carrillo y sus amigos triunfan en Bellas Artes

Boletín No. 1077 - 15 de agosto de 2016

Ciudad de México, 15 de agosto de 2016

Boletín núm. 1077

Elisa Carrillo y sus amigos triunfan en Bellas Artes

  • El repertorio estuvo compuesto por piezas Marius Petipa, Victor Gsovsky, Boris Eifman y creadores contemporáneos como Nacho Duato y Marco Goecke
  • Intérpretes de la Ópera de París, el Royal Ballet, Staatsballett Berlín, Stuttgart Ballet y la Scala de Milán, conquistaron al público mexicano

En un pletórico Palacio de Bellas Artes, el pasado sábado, 19 bailarines de diferentes nacionalidades dieron muestra de su virtuosismo y amplia capacidad para la ejecución técnica de un repertorio compuesto por piezas de ballet clásico consagrado y la propuesta de creadores contemporáneos de talla mundial.

Esto como parte de la Gala de Estrellas del Ballet Elisa Carrillo y sus amigos, donde la bailarina mexicana y figuras destacadas del ballet mundial se congregaron en la celebración del quinto aniversario de la iniciativa, apoyada por el Instituto Nacional de Bellas Artes para el disfrute del público mexicano.

La noche inició con And The Sky On That Cloudy Old Day (Y el cielo sobre ese viejo día nublado), del alemán Marco Goecke, acompañada musicalmente por Guide to Strange Places (Guía a lugares extraños) y la presencia de los primeros bailarines y solistas del Staatsballett Berlín.

Esta pieza coreográfica de expresión vanguardista alude al cuerpo de formas disímiles a las vistas en la danza clásica tradicional, con variaciones poco usuales en los brazos y repeticiones rítmicas exactas a modo de aleteos.

Le siguió Grand Pas Classique, del coreógrafo ruso Victor Gsovsky, interpretado por Iana Salenko y Marian Walter. Este trabajo es considerado como un homenaje a la danza clásica, que dejó ver gran virtuosismo en la ejecución de los bailarines. Destacó la ejecución del movimiento denominado Fouetté en Tournant, donde la precisión y la norma fluyeron con la belleza del movimiento.

Elisa Carrillo y Mikhail Kaniskin presentaron Caravaggio, dueto creado por Mauro Bigonzetti, con música de Bruno Moretti sobre composiciones de Claudio Monteverdi. La coreografía, de expresión contemporánea, dejó ver la gran capacidad expresiva de Carrillo y el bailarín ruso, en una dupla de belleza única.

Dentro del repertorio consagrado se presentó El Corsario, coreografía de Marius Petipa y música de Riccardo Drigo, con la actuación de Joseph Gatti y Misa Kuranaga, del Boston Ballet.

Cuando parecía que ya nada superaría el despliegue de perfección de la gala llegó el Pas de deux del ballet Anna Karenina, interpretado por Liubou Andreyeva y Oleg Gabyshev. Este dueto caracterizado por una gran fuerza y dramatismo presentó variaciones poco usuales en la danza clásica, caídas y secuencias a nivel de piso, que dejaron ver un diálogo escénico pasional y contundente.

Le siguió Les Bourgeois, bajo la interpretación de Dinu Tamazlacaru, pieza de gran rigor técnico pero sobre todo de un carisma escénico pocas veces visto, un solaz dancístico donde los grand jetes y piruetas destacaron por su perfección, inflexiones que dejaron ver su capacidad física, lo que lo llevó a ser aclamado por el público asistente.

También se pudo apreciar el Pas de deux del ballet Excélsior, creado por Luigi Manzotti en la Scala de Milán en 1881. La interpretación estuvo a cargo de Nicoletta Manni, de la Scala de Milán y Osiel Gouneo, del Ballet de Múnich.

La noche se coronó con Arcangelo, coreografía de Nacho Duato, con música de Arcangelo Corelli y Alessandro Scarlatti, bajo la interpretación de los primeros bailarines del Staatsballett Berlin. Este trabajo, con reminiscencias barrocas, aborda el tema del cielo y el infierno, una búsqueda de la liberación a través de la muerte y el acceso al paraíso.

Con ocho bailarines en escena, y bajo un tono suave, en esta coreografía confluyen enunciados lentos como el Adagio en un orden distinto, más contemporáneo. Es una creación que dejó ver las nuevas vetas del ballet moderno, dinámicas de movimiento que atienden la expresividad y las formas sin dejar de lado el rigor técnico y la calidad de movimiento, fulguraciones corporales precisas, brazos de fuerte angulación y cuerpos gráciles que cobran vida en el espacio.

Arcangelo dejó sentir el peso de la danza mundial, rango de movimiento y técnica excepcional, gran capacidad física y una fuerza interpretativa que se consumó en un final majestuoso donde Elisa Carrillo y Mikhail Kaniskin ascendieron como ángeles hacia el cielo del coloso de mármol.

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