LITERATURA

El lugar al que pertenezco es la escritura misma: Pura López Colomé

Boletín No. 876 - 01 de julio de 2017

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  • La poeta será reconocida como parte del ciclo Protagonistas de la literatura mexicana
  • Estará acompañada por Víctor Cabrera y Fernando Solana
  • Domingo 2 de julio a las 12:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes

Como parte del ciclo Protagonistas de la literatura mexicana se reconocerá la trayectoria de la poeta y traductora Pura López Colomé con una charla entre colegas y amigos, en la que participarán Víctor Cabrera, Fernando Solana y la autora, este domingo 2 de julio a las 12:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Entrada libre.

Pura López Colomé ha forjado una trayectoria literaria sólida y ha recibido numerosos reconocimientos, como el Premio Nacional de Traducción de Poesía 1992 por Isla de las estaciones de Seamus Heaney y el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2007 (que comparte con Elsa Cross) por Santo y seña. El año 1985 marcó su incursión en la poesía al publicar El sueño del cazador y hasta ahora cuenta con más de una decena de libros publicados, así como otro gran número de obras traducidas de autores de talla mundial como Samuel Beckett, Bertolt Brecht, Ernest Mandel, William Carlos Williams y Philip Larkin.

¿Hay algo que haya cambiado su relación con la poesía después de estos 32 años? La también ensayista respondió que en lo esencial no hay nada diferente. “Al leer poemas de mi primer libro me reconozco.  Mi percepción del poder de la palabra, dentro de las inmediaciones del poema, es francamente la misma:  la pluralidad de significados sigue manifestándose en una transformación interior”, comentó en entrevista.

Entre sus libros de poesía se encuentran: Aurora (1994), Tragaluz de noche (2003) y Por si acaso no (2010), pero hay dos títulos en específico que han modificado su visión a pesar de que “cada uno de mis libros ha sido un viaje distinto”. Se trata de Santo y seña (2007) y Via Corporis (2016), a los cuales califica como “piedras de cruce”. “En cada uno me he ido atreviendo a avanzar por terrenos insospechados. Confieso que no todos me gustan igual.

“Tanto Santo y seña como Via Corporis poseen la oscilación del tiempo francamente lírico al propio del poema en prosa. Si bien la temática del dolor y del placer se muestra de manera singular en cada uno, siendo el segundo desgarrador en comparación con el primero, el hilo conductor de la verdad encerrada, que grita por expresarse, por revelarse, resulta reconocible. He ahí mi entrecomillada poética”.

En Fábula disuelta, ensimismada de Santo y seña la poeta reconoce que vive donde escribe: “El lugar al que pertenezco es la escritura misma”, señaló.  Su padre le enseñó a querer el lugar donde actualmente reside, en el estado de Morelos, y también fue él quien la acercó a la literatura. En la adolescencia comenzó a escribir sus primeros versos y desde entonces no se ha separado de la palabra, la cual venera y califica como receptáculo de lo divino. “Nunca he considerado que mi travesía entre poemas sea un logro, y mucho menos, que sea mío del todo. Sigo creyendo que es una aspiración y, como diría uno de mis maestros, un umbral al que constantemente nos sentimos convocados”, finalizó.

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