ARTES VISUALES

Arnold Belkin, un artista que centró su interés en la condición humana

Boletín No. 883 - 04 de julio de 2017

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  • Especialistas versaron sobre la obra del pintor, escultor y escenógrafo de origen canadiense, quien contribuyó de forma significativa a la plástica de nuestro país

Ayer, críticos, artistas y el público en general se congregaron en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes para conmemorar el 25 aniversario luctuoso del pintor, escultor, escenógrafo y muralista Arnold Belkin (1930-1992).

Esta actividad, organizada por la Coordinación Nacional de Artes Visuales del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), tuvo por fin reconocer el trabajo, aportes y valía del artista mexicano de origen canadiense.

Durante su intervención, Nadia Ugalde Gómez, historiadora del arte e investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas, indicó que Belkin además de ser un gran artista fue un ser humano admirable.

“Un humanista del siglo XX que centró su interés en la condición humana, las emociones, el sufrimiento y el dolor, siempre con la idea de transformar la realidad para vivir en un mundo mejor”.

Apuntó que el artista no ha recibido el reconocimiento que merece, ya que durante mucho tiempo quedó relegado de la escena por ser extranjero, aunque su obra refleja también el espíritu del México que le tocó vivir, a través de un lenguaje propio y una reflexión sobre la estética y la realidad de su tiempo.

“Inmerso en la búsqueda de una voz propia renovó la estética pictórica y le otorgó un nuevo significado al discurso muralístico, su pintura sería el instrumento de su compromiso intelectual y su lucha contra la injusticia, la represión y la desigualdad”, agregó.

En ese sentido, el crítico e investigador Erik Castillo confesó que su interés por el arte surgió al contemplar uno de los murales del artista, “por su presencia física y su materialidad, pero también por su imaginario”.

Destacó los aportes y legado de la creación plástica y la sensibilidad de Arnold Belkin, obras que a finales de los sesenta adquirieron una particular belleza, “mitad orgánica, mitad métrica, este aspecto modular y a la vez profundamente biomórfico”.

El imperio de la figura humana en su trabajo, dijo, no fue solamente una elección estilística o la búsqueda de un modelo de representación, sino un proceso de congruencia y de investigación.

“Él se abocó a otro tipo de discursos, estuvo abierto a la colaboración a la hora de producir sus murales y a la investigación de otros especialistas, fue un muralista con una gran producción detrás de cada mural”.

Se trata, agregó, de “uno de esos artistas sintomáticos que nos permiten entender la historia del arte o un fragmento de su historia reciente de forma diferente y recordar que el arte del siglo XX se puede leer de otras maneras”, concluyó.

Arnold Belkin nació en Calgary en 1930. Estudió en la Vancouver School of Art y en la Banff School of Fine Arts. En México ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda del INBA. Estudió con Agustín Lazo, Carlos Orozco Romero y Andrés Sánchez Flores, además colaboró como ayudante de David Alfaro Siqueiros.

Realizó murales en México, Estados Unidos, Canadá, Cuba y Nicaragua, y presentó exposiciones individuales en galerías de Vancouver y Calgary. Fue premiado en la II Bienal Latinoamericana de Grabado de San Juan, Puerto Rico.

Se distinguió por reflexionar en términos universales y plásticos sobre la estética, su realidad y el tiempo, apoyándose en un trabajo amplio y profundo de documentación, desde una perspectiva crítica y reflexiva de la historia de nuestro país, influido por José Clemente Orozco, Rico Lebrun y Leonard Baskin.

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