Intento mantenerme fiel a mí mismo: Alan Glass un surrealista que vive en la “sombrita”
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- Recibirá la Medalla Bellas Artes este miércoles 15 de noviembre a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes
“Me siento muy reconocido, orgulloso y agradecido por la medalla que me otorgan”, expresó al Instituto Nacional de Bellas Artes el artista plástico Alan Glass, conocido como uno de los últimos surrealistas vivos y admirado mundialmente por su arte objeto.
El creador de origen canadiense recibirá la Medalla Bellas Artes el próximo miércoles 15 de noviembre a las 19:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Alan Glass posee la habilidad de sacar a la luz universos simbólicos, infinitos y eternos. A través de la composición dispuesta por el artista, los objetos cotidianos adquieren profundidad y belleza artística única.
En sus inicios, su talento fue reconocido por André Breton –padre del surrealismo-- y el poeta Benjamin Péret quienes, en 1958, organizaron su primera exposición, de manera individual, en la Galerie le Terrain Vague, en París, Francia.
A pesar de ser uno de los principales representantes de dicha corriente artística, el creador de 85 años de edad siempre ha preferido permanecer lejos de los reflectores, trabajando intensamente en cajas y grabados.
“Tengo por meta vivir a la sombrita, porque si no uno entra en confusión, se distrae mucho. Intento mantenerme fiel a mí mismo. Viviendo a la sombrita, he tratado de gobernar mi identidad para no estar globalizado”.
Agregó que “la globalización existe, ahí está, no se puede hacer nada, pero es para que los artistas, con sensibilidad, se cuiden de no caer en la trampa que es la alta tecnología, un cuchillo de doble filo, pues puede traer cosas buenas y sorpresas no muy agradables”.
Por eso, recomendó a los artistas jóvenes “ser fieles a sí mismos, a sus sueños y no dejarse influenciar demasiado por la alta tecnología, porque terminarán haciendo lo mismo que otros, sin identidad; incluso, pude que les impida soñar”.
Residente en México desde 1962, Alan Glass es autor de una serie de cajas construidas por diversos objetos que él mismo colecciona, a través de los que recrea mundos particulares. Varias de estas cajas fueron expuestas en la retrospectiva Zurcidos invisibles. Alan Glass. Construcciones y pinturas, 1950-2008, realizada por el Museo de Arte Moderno.
Sobre estas cajas, el artista Manuel Felguérez ha comentado que “son una de sus especialidades” y que a pesar de que “muchos dentro de la corriente las han hecho, las suyas inmediatamente las reconoce uno.
“Tienen una mezcla de sentido del humor y de tragedia”, Glass es autor de “cajas muy fuertes que tienen mucha profundidad, y a la vez, siempre una sonrisa por la forma en que las presenta”.
El también creador Pedro Friedeberg señaló: “cada caja es un universo cerrado en sí mismo, es como un poema perfecto. Es un pulpo con tentáculos que van para muchos lados y despiertan muchas ideas, vivencias, trasfondos, como toda gran obra de arte”.
Para Alan Glass, quien llegó a nuestro país motivado por la curiosidad desatada tras ver una calaverita de azúcar en casa de Aube Elléouët, hija de André Breton, “la vida diaria mexicana es una vida surrealista, y no hay país más surrealista que México, como dijo Breton mismo.
“El surrealismo sigue vivo en la vida cotidiana y a veces la gente no se da cuenta de esto, sienten que es una cosa del pasado, pero están equivocados, siempre existió y siempre lo hará. Antes de existir la palabra surrealismo, ya existía y ahora que el grupo no existe, sigue. El surrealismo siempre reaparecerá”.
A los 20 años, Alan Glass llegó a París, becado por el gobierno francés, donde conoció a los principales artistas de la época como Victor Brauner, Alberto Giacometti, Joan Mitchell y Charles Feligier.
Posteriormente se trasladó a México, donde, a través Alejandro Jodorowsky, conoció y convivió no solo a los principales representantes del surrealismo en México, como Leonora Carrington, Remedios Varo y Alice Rahon, sino con los artistas de la generación de la ruptura, como Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Pedro Friedeberg, Fernando García Ponce y Arnaldo Coen.
“Después de un año en México regresé a Francia, pero luego de unos meses en aquel país, ya no soportaba su mentalidad. Francia estaba cambiando mucho y yo sentí que mi modo de vivir iba a ser imposible ahí en el futuro”.
Desde entonces, Alan Glass radica en nuestro país, donde realiza su obra, que abarca el dibujo, el collage, la escultura en bronce, gouaches sobre papel y cajas objeto. “El país era muy propicio para los pintores, México era el París de América”.
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