Las sonatas de Bach son un “cariñito” para el alma: Viktoria Horti
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- La violinista compartirá escenario con Águeda González, quien este año celebrará 30 años de trayectoria como concertista
- Las piezas del compositor alemán se escucharán en la Sala Manuel M. Ponce y en la Fonoteca Nacional
La violinista de origen húngaro, Viktoria Horti, junto a la clavecinista y pianista mexicana Águeda González, dedicarán dos conciertos a las sonatas núm. 4 BWV 1017, núm. 5 BWV 1018 y núm. 6 BWV 1019 de Johann Sebastian Bach, las cuales son obras que “hacen sentir profundamente las emociones”.
Se presentarán el sábado 2 de junio a las 17:00 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y el lunes 4 de junio a las 19:00 en la Fonoteca Nacional.
“Aunque llevamos muchos años como concertistas del Instituto Nacional de Bellas Artes, nunca habíamos tocado juntas. Desde hace dos años teníamos esta inquietud, pero hasta ahora se presentó la oportunidad como una forma, también, de festejar los 30 años de carrera de Águeda González como concertista. Quisimos festejar con unos duetos de violín y clavecín de Bach, porque son obras muy representativas”, explicó en entrevista Viktoria Horti.
“Son piezas que cambiaron históricamente las obras para violín, también son un pilar dentro de los estudios musicales. Desde la escuela empezamos a tocar las obras de Bach y lo retomamos a lo largo de nuestra carrera profesional, por eso los músicos nos acercamos con mucho respeto a estas obras, porque, además, implican un reto”.
A Viktoria Horti, quien goza de una larga trayectoria como concertista, la experiencia le ha dado otra visión sobre las obras de Bach. “Hace muchos años que no las toco y es un placer volverlo a hacer retomando un poco su forma original, porque las había tocado con piano, pero gracias al conocimiento de la maestra Águeda, las estamos tocando con clavecín”.
De las sonatas que interpretarán, para Horti una tiene un énfasis especial. “Las tres son técnicamente complejas y sus movimientos rápidos son un reto, pero el primer movimiento de la Sonata núm. 4, Largo, diría que contiene un efecto especial por su sentido musical y me llega más al alma.
“En la música se perciben colores, sentimientos, y cuando tocamos música barroca con los instrumentos tradicionales, los sonidos son mucho más suaves, los movimientos no dejan de ser rápidos, contrastantes; sin embargo, virtuosos. En el violín, por ejemplo, no se oyen tan pronunciados, son sonidos largos y suaves, en medio de la nota hay una profundidad y vuelve a desaparecer el sonido, esto le da un color muy específico a la música barroca, y los lentos son muy pausados y muy sentidos”.
La violinista señala que en este efecto se transparenta el modo de vida de la época: Eran otros ritmos de vida, los sabores, los colores tomaban su tiempo. Sin embargo, asegura que esa música se conecta con el presente por lo que trasmite. “Creo que los sentimientos humanos, el amor, el desamor, la alegría y tristeza eran los mismos que ahora; estilísticamente la época no era tan acelerada, por lo que el sonido es diferente, pero los sentimientos eran iguales, solo que la manera de expresarlo era distinta.
“El público que vaya a estos conciertos se encontrará con una gran sonoridad, porque los dos instrumentos se acoplan perfectamente; encontrarán mucho sentimiento. Hemos tocado ya un par de conciertos y la gente recibe el concierto maravillosamente bien.
“Son un cariñito para el alma”, expresa la intérprete. “Estas obras sacan al público de la vida cotidiana, de esta ciudad tan apurada, ruidosa, con mucho tráfico, porque hacen sentir profundamente las emociones. Esa hora que pasarán con nosotros los vamos a trasladar a otra época. Les gustará mucho porque, además, el público percibirá el mismo cariño y respeto con que nosotras nos acercamos a la obra, lo apreciará y gozará. Estoy segura”.
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