La comunidad artística recibe entre aplausos el nombramiento del Teatro de la Danza Guillermina Bravo
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- La directora general del INBA, Lidia Camacho, encabezó la develación de placa en reconocimiento al legado de la bailarina y coreógrafa
- Referencia obligada de la danza en México, coinciden sus colegas; con el nombramiento, se difundirá el legado de la “guerrera de la danza mexicana”
Distinción recibida con un prolongado aplauso del público, familiares y comunidad artística, a partir de ayer, miércoles 13 de junio, el tradicional Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque —fundado en 1969— lleva el nombre de la “incansable guerrera de la danza mexicana”, la maestra Guillermina Bravo.
Dicho nombramiento se dio con un acto que encabezó la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, y en el que participaron con emotivas palabras personajes de la danza como las coreógrafas Rossana Filomarino y Gladiola Orozco, quienes compartieron una parte de la vida de Guillermina Bravo en el legendario Ballet Nacional de México.
Luego de develar la placa que da testimonio de esta designación, Lidia Camacho dijo que el motivo de ello es valorar el legado y rendir homenaje a una mujer que es entrañable para la comunidad artística mexicana y pilar fundamental del desarrollo de la danza moderna y contemporánea de nuestro país; una mujer notable por su talento ejemplar y por su disciplina en cada una de las facetas de su arte: bailarina, coreógrafa, maestra, estudiosa y fundadora de instituciones.
Acompañada de Claudia y Lucio Sánchez Bravo, hijos de la fundadora del Ballet Nacional de México, la directora general del INBA comentó al público, en su mayoría jóvenes, que Guillermina Bravo fue siempre generosa a la hora de impulsar proyectos y colaborar en los procesos de creación de sus pares y con los exponentes más destacados de otras disciplinas.
“Esto —dijo— es muy importante recordarlo, porque Guillermina Bravo tenía tal amplitud de miras que pudo asociar su trabajo con otras artes, contribuyendo así a enriquecer sustancialmente la escena artística nacional de varias décadas y a fortalecer sobre todo su proyección a nivel internacional”.
Por todo ello y por haber abierto camino para todos los involucrados en el arte del movimiento que le siguieron en tiempo y espacio, subrayó la titular del INBA, las instituciones de cultura mexicanas se congratulan de dedicar el Teatro de la Danza a la memoria y valioso legado de Guillermina Bravo.
“Con ello reconocemos los méritos de una artista y un ser humano que no concibió otra misión en la vida que servir a la sociedad a través de la danza: Guillermina Bravo, incansable guerrera de la danza mexicana”.
En su momento, la coreógrafa Rossana Filomarino leyó una carta que le escribió a su maestra Guillermina Bravo, en la que le contó que al llevar su nombre el Teatro de la Danza, “la gente que venga preguntará quién fue esta mujer y sabrá que fue un pilar de la danza mexicana”, que “sigue siendo ruta y sendero” y que “hoy hacen faltan más mujeres como tú, que pongan en alto el nombre de México”.
Lucio Sánchez Bravo, heredero de la pionera de la danza, consideró conveniente que el legado de su madre debe ser difundido entre las nuevas generaciones, por lo que externó su deseo de documentar su obra, la del Ballet Nacional de México y la de sus compañeros de aventura.
Gladiola Orozco, también compañera de Guillermina Bravo y quien propuso dar su nombre al Teatro de la Danza, la recordó como una mujer “increíble en todo lo que hacía” y que no se puede hablar de la danza mexicana contemporánea sin recurrir a ella.
El acto contó con la interpretación de una serie de coreografías de Rossana Filomarino, interpretadas por la bailarina salvadoreña Itzel Zavaleta, con musicalización de Rodrigo Castillo.
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