Recuerda el INBA al compositor Manuel Enríquez en el 92 aniversario de su nacimiento
- Originario de Ocotlán, Jalisco, el también violinista y promotor cultural nació el 17 de junio de 1926
- Falleció a los 67 años de edad el 26 de abril de 1994, en la Ciudad de México
- Con su Foro Internacional de Música Nueva dio fuerte impulso a la música y compositores contemporáneos
Este domingo 17 de junio el compositor mexicano Manuel Enríquez cumpliría 92 años de vida. Originario de la ciudad de Ocotlán, Jalisco (1926), el también violinista y promotor cultural falleció a los 67 años de edad, el 26 de abril de 1994. El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) lo recuerda, también, a 24 años de su partida.
En cerca de cuatro décadas de actividad, Manuel Enríquez abarcó varios campos del quehacer musical: violinista, compositor, administrador y, especialmente, promotor del arte y la cultura, en forma destacada, de la música contemporánea, pues a él se le debe la creación, en 1979, del Foro Internacional de Música Nueva que lleva su nombre y que es, a la fecha, uno de los más prestigiados del mundo.
Manuel Enríquez se formó en México, Estados Unidos y Europa (1934-1950), en una época que lo hacía difícil. Inició sus estudios de violín con su padre y luego en Guadalajara, en la academia de Áurea Corona, con Ignacio Camarena. Luego fue a Morelia a recibir las enseñanzas de Miguel Bernal Jiménez y muy joven fue concertino de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara.
En 1955 recibió una beca para estudiar en la prestigiosa Juilliard School of Music de Nueva York, donde afinó sus conocimientos de violín, música de cámara y composición. Tres años después recibió el cargo de violinista y auxiliar del director del coro de la Orquesta Sinfónica Nacional. En 1971 fue becado nuevamente, esta vez por la Fundación Guggenheim, para realizar investigaciones acústicas en la Universidad de Princeton.
En la década de los 60 fundó el legendario Cuarteto México, junto con Luz Vernova, Gilberto García y Sally van den Berg, con el cual realizó presentaciones en México, Estados Unidos, Francia, Polonia, Venezuela y Ecuador.
El repertorio legado por Manuel Enríquez abarca alrededor de 150 partituras en todos los géneros: sinfónico, de cámara, vocal y coral, música electroacústica y música para cine, teatro y ballet. Con su fallecimiento en 1994, se considera el fin de la etapa del nacionalismo musical en México.
Las aportaciones de Manuel Enríquez son reconocidas en México y el mundo, por ejecutantes, compositores, investigadores y promotores, además de un amplio público formado por estudiantes, maestros y melómanos.
“Es una figura muy importante en la creación de públicos para la música contemporánea en México. Fundó el Foro Internacional de Música Nueva que lleva su nombre, un encuentro reconocido internacionalmente y de los pocos que existen en el planeta, con una tradición que ha durado tantos años y con un público que se ha ido transformando”, señaló Fernando Domínguez, integrante del Quinteto de Alientos de la Ciudad de México, agrupación que cuenta en su repertorio con obras de Enríquez, como Pentamúsica.
“Fue un compositor audaz en su momento y abrió nuevos caminos en su época con las herramientas con las que se contaba. Puedo decir que su obra está plenamente vigente en el siglo XXI, pues siempre tuvo propuestas y mucha búsqueda y curiosidad”, expresó el intérprete.
El músico, compositor e investigador Roberto Morales, fundador del Festival Internacional Callejón del Ruido, comentó: “Me emociona hablar de Enríquez. Tengo muy buenos recuerdos del maestro. Con él me empecé a consolidar como compositor de música contemporánea y electrónica, siempre me apoyó, hasta llegamos a tocar juntos, lo que me parece un honor.
“Siempre admiré mucho el Foro Internacional de Música Nueva, fue una fuente de inspiración para mí. A Enríquez le gustó lo experimental, gracias a esto, muchos compositores pudieron crecer y desarrollarse dentro del encuentro”.
La artista visual, crítica de arte y filósofa, Susana Enríquez, quien compartió la vida con el compositor jalisciense, recordó: “Manuel Enríquez fue un hombre sensible y generoso, que siempre tenía una sonrisa en el rostro. A mí me gusta recordarlo parafraseando a su amigo, el flautista canadiense Robert Aitken, quien alguna vez dijo que Manuel Enríquez era un hombre que hacía posible lo imposible”.
El musicólogo Aurelio Tello, experto en la obra de Enríquez, aseguró que este artista se convirtió en una poderosa personalidad que marcó a fuego la música mexicana, tanto como creador como funcionario, maestro, difusor y miembro activo de las más prestigiadas instituciones culturales del país.
“Enríquez poseyó lo único que logra el reconocimiento de tirios y troyanos: una autoridad moral emanada de su sabiduría de músico y de su fuerza creadora, que es el único tipo de autoridad que realmente trasciende y se impone”, destacó.
Aún más, dijo, el compositor fue “un incansable promotor de los valores nacionales y, a su modo, guía de la juventud, a cuyo desarrollo siempre estuvo atento, ya sea tocando partituras nuevas, programándolas en los conciertos de música contemporánea o haciendo encargos de obras”.
Y concluyó: “Cuando se haga una evaluación justa y ecuánime, serena y desapasionada de lo que fue la música mexicana del siglo XX, el nombre de Manuel Enríquez quedará incólume, inamovible, intacto, indemne, y su legado será reconocido en toda su dimensión, como la obra del gran músico que hubo en él”.
---000---