MUSEO MURAL DIEGO RIVERA
HOTEL DEL PRADO Y EL TRASLADO DEL MURAL
Entre 1933 y 1946 se construyó el Hotel del Prado, uno de los ejemplos más impresionantes de la arquitectura contempóranea mexicana. Carlos Obregón Santacilia fue el encargado de realizar este edificio, por el cual obtuvo el Premio de la Exposición de Arquitectura en Estocolmo, Suecia y el Premio Nacional de Arquitectura.
El Hotel del Prado se ubicó en las calles de Revillagigedo y Avenida Juárez, en el Centro Histórico de la ciudad de México. Antes de su apertura, en 1947, el arquitecto Obregón propuso a Diego Rivera la realización de un mural para el salón comedor Versalles. El tema propuesto para la obra fue la Alameda Central, por su cercanía con este importante parque público.
En 1960, el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central fue trasladado al vestíbulo del hotel. Para realizar este movimiento, se construyó una estructura metálica que sirve como soporte para el mural.
Durante los sismos ocurridos en septiembre de 1985 en la ciudad de México, el Hotel del Prado quedó casi destruido; el restaurante que albergó inicialmente al mural de Rivera estaba completamente en ruinas, pero el mural, ahora en el vestíbulo, se pudo rescatar. El mural de Diego Rivera tenía que ser desplazado, así que se eligió el predio que servía como estacionamiento del Hotel Regis, en las calles de Balderas y Colón para su nueva ubicación.
El mural se protegió con manta de cielo y adhesivos para evitar que se dañara el fresco; además, se cubrió con tableros de madera y hule espuma. En la parte posterior, la estructura metálica se cubrió con espuma de poliuretano.
El 14 de diciembre de 1986 se procedió a realizar el traslado de la monumental pieza. La operación, coordinada por la Secretaria de Obras y Servicios del DDF y la Comisión de Vialidad y Transporte Urbano, duró alrededor de 12 horas y requirió el esfuerzo de más de 300 trabajadores.
Tras la colocación del mural, se construyó el Museo Mural Diego Rivera, que se inauguró el 19 de febrero de 1988.
SUEÑO DE UNA TARDE DOMINICAL EN LA ALAMEDA CENTRAL
Entre julio y septiembre de 1947 Diego Rivera pintó Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, con la ayuda de los artistas Rina Lazo y Pedro A. Peñaloza, además de la colaboración del maestro Andrés Sánchez Flores quien ayudó a preparar el muro. La obra se realizó al fresco y tiene una superficie de 4.17m x 15.67m y pesa 35 toneladas.
Tres secciones componen el mural. En la primera, el artista representó la conquista y la época colonial: aparecen Hernán Cortés, Fray Juan de Zumarraga, Sor Juana Inés de la Cruz y Luis de Velasco II. Para continuar, se aborda la Independencia; las intervenciones extranjeras, donde se observa a Antonio López de Santa Anna entregando las llaves de los territorios al general norteamericano Winfield Scott; la Reforma y el Segundo Imperio, con las figuras de Benito Juárez, Ignacio Ramírez, el Nigromante, Ignacio Manuel Altamirano, Maximiliano y Carlota de Habsburgo.
La sección central comienza con Manuel Gutiérrez Nájera saludando con su sombrero a José Martí, importantes escritores que se distinguieron en la corriente modernita. Junto a ellos, se encuentran Lucecita Díaz y Carmen Romero Rubio, hija y esposa de Porfirio Díaz. Entre estos personajes aparece Diego Rivera a la edad de 9 años y detrás de él, Frida Kahlo, quien en un gesto maternal abraza al artista. La Calavera Catrina da la mano a Diego niño y el brazo a José Guadalupe Posada, creador de la afamada calavera.
En la tercera sección, Rivera ilustra los movimientos campesinos y la manera en que se desarrolló la Revolución Mexicana; retrata a campesinos maltratados y el sueño de la justicia; el México moderno es representado por una figura presidencial que está siendo corrompida por la religión, las mujeres y los negocios. En esta sección aparecen los retratos de Lupe Marín, Ruth y Lupe Rivera, hijas del artista y Rosa Rolanda, pintora y coreógrafa. Diego se vuelve a autorretratar como un niño comiendo una torta.
El escenario en que todos estos personajes sueñan es la Alameda Central, icónico paseo de la ciudad de México que el artista aprovecha para reflejar la historia de nuestro país.
UN MURAL POLÉMICO DIOS NO EXISTE
En la primera sección que compone este mural aparece retratado Ignacio Ramírez, el Nigromante. Ignacio Ramírez nació en San Miguel el Grande, Guanajuato en 1818 y a la edad de 18 años ingresó a la Academia de Letrán, donde pronunció un discurso que iniciaba con la polémica frase “Dios no existe”. Cuando en 1947 Rivera pintó el mural, representó al intelectual con un pergamino en que la frase podía leerse.
El escándalo no se hizo esperar: en junio de 1948, poco antes de la inauguración del Hotel del Prado, el arzobispo Luis María Martínez se negó a bendecir el espacio. Un grupo de estudiantes conservadores atentaron contra el mural y rasparon tanto la frase como el rostro de Diego Rivera. La obra tuvo que ser cubierta con biombos que se retiraban en pocas ocasiones.
En abril de 1956 Diego Rivera cambió la frase por “Conferencia en la Academia de Letrán, el año de 1836”, que sigue siendo una alusión discreta a las palabras iniciales del discurso de el Nigromante.