ARTES VISUALES

El INBA entregó la Medalla Bellas Artes a Marta Palau, la artista que reinventó la escultura

Boletín No. 1708 - 25 de noviembre de 2018

·    La distinción fue otorgada en Tijuana, Baja California, de manos del subdirector general de Patrimonio Artístico Inmueble en representación de la titular del INBA, Lidia Camacho

·     La pintora, tejedora y ceramista fue una de las primeras artistas en abordar temas de género en los setenta

El Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) entregó a Marta Palau la Medalla Bellas Artes en la categoría de Artes Visuales, máximo galardón del instituto, el cual se entrega a aquellos artistas de gran trayectoria que han contribuido al desenvolvimiento del arte y la cultura nacional.

Con la representación de la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, Lidia Camacho, el subdirector general de Patrimonio Artístico Inmueble, Xavier Guzmán Urbiola, acudió a la ciudad de Tijuana, Baja California, lugar de residencia de Marta Palau.

Acompañaron a la artista sus hijos Marta y Alberto Gassol Palau, sus nietos, amigos cercanos y el director del Centro Cultural Tijuana (Cecut), Pedro Ochoa.

Escultora, pintora, tejedora, grabadora, ceramista, Marta Palau es una artista única que durante décadas ha realizado una aportación invaluable a la cultura de nuestro país: resignificó el sentido del espacio escultórico a través de sus textiles y estandartes que adquieren sentido espacial a partir de su instalación in situ.

La artista desarrolló un lenguaje propio inspirado en la estética nómada de los pueblos de Baja California que la ha llevado a experimentar con diversos materiales de origen orgánico, principalmente.

Parte de una generación que exigía un cambio en el modo de ver el mundo, fue una de las primeras mujeres escultoras en México que se abrieron paso en el medio gracias a su innovación y talento, además de ser pionera al explorar en su trabajo lo femenino desde lo femenino. Actualmente forma parte del Consejo Consultivo del Museo de Mujeres Artistas Mexicanas.

Marta Palau llegó a México a los 6 años, en 1940, como refugiada de la Guerra Civil Española. Se inició formalmente en las artes plásticas a través del grabado. Estudió casi un año en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, posteriormente se formó con el colombiano Guillermo Silva Santamaría a principios de los sesenta. Se especializó en producción textil enBarcelona con Josep Grau-Garriga y en la Universidad Estatal de San Diego, California, fue alumna de Paul Lingren.

Es imposible limitar el trabajo de Marta Palau a un solo género, pues su sensibilidad creativa la llevó a explorar diversos territorios artísticos, donde la experimentación con materiales de origen natural, principalmente, ha permanecido como una constante a lo largo de su producción.

Formó parte del grupo fundador del Salón Independiente, del cual fue miembro activo y participó en dichas exhibiciones hasta su disolución en 1971.

La artista se ha reapropiado de las fuentes de sabiduría mágica de diversas culturas, en especial de las tribus del norte de Baja California, de la que ha retomado elementos con los que ha construido su universo propio, donde lo femenino se despliega con profunda naturalidad y donde ha tenido cabida un carácter activista que se ha pronunciado, en años recientes, sobre temas como la migración.

En 1978, con su exposición 30 esculturas en materiales textiles, en el Museo de Arte Moderno, reinventó el uso del espacio escultórico por medio de tapices escultóricos. En 1981 presentó una serie de serigrafías en homenaje a Lázaro Cárdenas, en agradecimiento por su apoyo a los refugiados españoles.

Un año después desarrolló un taller experimental en La Habana, Cuba, donde enseñó a los artistas locales el uso de materiales naturales como forma de liberación de los productos industrializados, lo cual causó gran impacto, debido al contexto económico y político de esta región en aquella época, donde el acceso a los materiales importados estaba limitado. La convicción que desarrolló sobre la belleza de los materiales de origen natural sería conservada a lo largo de su producción.

En su trayectoria también destaca su labor como gestora. Fundó el Salón Michoacano del Textil Miniatura y en 1996 organizó el primer Salón Internacional de Estandartes, este evento tuvo tres ediciones (1996, 1997 y 1989) y posteriormente se convirtió en la Bienal Internacional de Estandartes. De igual manera, ha sido una artista comprometida con la promoción de las artes y la cultura en Tijuana.

Durante su trayectoria ha realizado tres exhibiciones individuales en el Palacio de Bellas Artes. En 1974 se llevó a cabo la primera de ellas, titulada Del tapiz a la escultura, en la que configuró un nuevo tipo de escultura tejida por ella en telar de lana, yute, henequén, algodón, fibras sintéticas, cuerdas, corcho, madera y vidrio, entre otras.

Posteriormente, en 1985, exhibió Mis caminos son terrestres, conjunto de tapices y ambientaciones en las que retomó los elementos simbólicos de las antiguas culturas de México, aún usados en ciertas comunidades indígenas del país.

Por último, presentó Tránsitos de Naualli en 2012, exhibición donde presentó 31 obras que abarcan distintas disciplinas: instalación, tapiz, collage, escultura y serigrafia. Naualli, de origen prehispánico, significa “hechicera” y ha permanecido en su obra desde 1989, presencia que la ha convertido, a ella misma, en una nahualli, en una sacerdotisa del fuego artístico, que ha abierto camino a las nuevas generaciones de artistas para abordar dos temas aún polémicos en nuestro país.

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