Augusto Monterroso, celebraría 98 años, maestro del microrrelato
- El escritor centroamericano desarrolló gran parte de su carrera literaria en México
- El Instituto Cervantes considera al cuentista guatemalteco como el más importante del siglo XX
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.” Es la minificción que hasta hoy mejor identifica al escritor hondureño, Augusto Monterroso, como la máxima figura hispánica del microrrelato, género en el que es considerado un maestro al abordar en forma breve, temáticas complejas y fascinantes con una provocadora visión del mundo en el universo.
Originario de Tegucigalpa, Honduras, donde nació un 21 de diciembre de 1921, Monterroso, quien fascinara con sus relatos a las juventudes preparatorianas de la década de los setenta, fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia 1975 por Antología personal, se desempeñó como cónsul de México en Guatemala y ocupó en nuestro país diferentes cargos relacionados con el mundo académico y editorial, tras instalarse en México en 1956.
Si bien se puede ahondar en su trayectoria personal, brilla con luz propia su obra: Obras completas y otros cuentos, Movimiento perpetuo, Lo demás es silencio, Viaje al centro de la fábula, La palabra mágica, La letra e, La vaca, Los buscadores del oro, Pájaros de Hispanoamérica, son algunos de los títulos que lo colocaron entre los autores favoritos del público.
Autodidacta, a los 11 años abandonó la escuela y estudió por su cuenta diversas disciplinas, entre éstas, música y la lectura de clásicos, como Cervantes, cuya influencia marcó su obra.
Monterroso fue educado en el seno de una familia liberal, en la que se leía y se frecuentaba a los intelectuales, artistas, toreros y músicos de la época, no sólo centroamericanos, sino también hispanoamericanos e incluso españoles.
A los 15 años, su familia se trasladó a Guatemala, lugar de nacimiento de su padre, y a un año de su llegada, fundó la Asociación de Artistas y Escritores Jóvenes de Guatemala, conocida como la Generación del cuarenta. En 1941 publicó sus primeros cuentos en la revista Acento y en el periódico El Imparcial, mientras trabaja clandestinamente contra la dictadura de Jorge Ubico.
Ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el año 2000, Monterroso, abordó con igual maestría el cuento, fábulas, aforismos y palíndromos, experiencia que jugó un papel vital en la formación de escritores hispanoamericanos. Incluso, el Centro Virtual Cervantes, del Instituto Cervantes, presenta en su página web una cronología dedicada al autor considerado el cuentista guatemalteco más importante del siglo XX.
Activista político, Monterroso participó en 1944 en las manifestaciones contra el dictador Jorge Ubico, situación que lo llevó a la cárcel al tomar el poder el general Federico Ponce Vaides. En septiembre de ese año, logró escapar de prisión y solicitó asilo en la Embajada de México.
Tras la revolución de octubre en Guatemala, encabezada por Jacobo Arbenz, Monterroso fue designado como cónsul de Guatemala en México, donde permaneció hasta 1953.
Sus inicios
En 1952 publica en México El concierto y El eclipse, dos cuentos breves con los que inició su quehacer como escritor.
Después de ser cónsul en México, fue nombrado cónsul de Guatemala en La Paz, Bolivia, pero cuando fue derrocado Jacobo Arbenz con la ayuda de la intervención norteamericana, renunció a su cargo y viajó a Santiago de Chile donde publicó en el diario El Siglo el cuento Míster Taylor, escrito en La Paz, en el que ironiza sobre la intervención norteamericana en el país andino.
Obras completas y otros cuentos, es su primer libro, y el que lo dio a conocer internacionalmente en 1959, sobre todo por el relato El dinosaurio, el más breve de la literatura hispanoamericana, y que ha suscitado hasta hoy numerosos elogios, otorgándole también diversos significados -en México se asocia con la clase política más antigua.
En 1969 publicó La oveja negra y demás fábulas, se hizo cargo del Taller de Cuento de la Dirección General de Difusión Cultural de la UNAM y del Taller de Narrativa del INBAL; ambas escuelas desempeñaron un importante papel en la formación de algunos de los más conocidos escritores mexicanos de la actualidad.
Al impartir esos talleres, en 1970, conoció a la escritora de origen libanés Bárbara Jacobs, quien se convirtió en su esposa seis años después.
Movimiento perpetuo, editado en 1972, es considerado por la crítica mexicana como el mejor libro del año, dicha publicación lo llevó a viajar tanto por el Continente Americano como por el europeo.
En 1975 se le concedió el Premio Xavier Villaurrutia y en 1978 y siguiendo con su impulso de dejar tiempo suficiente entre publicación y publicación, salió a la luz la única novela del autor, Lo demás es silencio (La vida y la obra de Eduardo Torres).
A la par que se reeditaron sus primeros libros, surgieron nuevas publicaciones, como Viaje al centro de la fábula, que trata de entrevistas y conversaciones con distintos escritores y críticos literarios; La palabra mágica, diseñado para la editorial Era libro que incluye ilustraciones y dibujos de Vicente Rojo. En La letra e. Fragmentos de un diario, de 1987, Monterroso se desnuda en lo personal y en lo profesional ante sus lectores.
En 1992, apareció Antología del cuento triste, una colección que realizó junto con su esposa Bárbara Jacobs. Al año siguiente se publicó Los buscadores de oro, biografía de Monterroso hasta los 15 años.
Sus galardones
Entre los premios y distinciones honoríficas se encuentra la investidura de doctor honoris causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala, la Orden Miguel Ángel Asturias y el Quetzal de Jade Maya, de la Asociación de Periodistas de Guatemala. En México le otorgaron el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
En el año 2000 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras por su brillante carrera literaria. Viaja a España para participar como invitado en las jornadas Siete mil personajes en busca de autor en 2001, dentro de los Cursos de Verano que la Universidad Complutense organiza en El Escorial; en 2002 regresó para recoger el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Pese a sus problemas de salud, continuó trabajando en los textos que integraron el libro Pájaros de Hispanoamérica, un tributo de amistad y admiración a sus coetáneos escritores. El 7 de febrero de 2003 falleció en la Ciudad de México, mientras continuaba trabajando en la segunda parte de sus memorias, que comprenden desde los 16 hasta los 22 años.
Tito, como lo llamaban sus allegados, es considerado uno de los maestros de la minificción y, de forma breve, aborda temáticas complejas y fascinantes, con una provocadora visión del mundo en el universo.
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