LITERATURA

CONVERSAN SOBRE EL LEGADO HISTÓRICO DE LOS ESCRIBANOS EN LA PLAZA DE SANTO DOMINGO

Boletín No. 460 - 24 de abril de 2025
  • Escribanos de la Ciudad de México destacaron la vigencia de su labor en tiempos de desarrollo tecnológico, al considerarlo un símbolo de identidad nacional

En el marco del Día Internacional del Libro, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, en colaboración con la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México —a través del Fideicomiso del Centro Histórico—, realizaron el conversatorio y la actividad Escribir en Máquinas. Una visita a la Plaza de Santo Domingo, llevada a cabo este miércoles en dicha plaza, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

El conversatorio contó con la participación de escribanos de la Plaza de Santo Domingo y autoridades culturales, así como con integrantes de la Red Poética del Mediodía y el Colectivo Poesía y Trayecto. Las y los participantes reflexionaron sobre el legado histórico del oficio de escribano —vigente desde el siglo XVII— y destacaron la capacidad de adaptación de quienes han preservado esta tradición y su transmisión oral y escrita.

La coordinadora nacional de Literatura, Nadia López García, señaló la importancia de repensar quiénes son las personas autoras de estas historias contadas a través de cartas, en contraste con el elitismo presente en la cultura del libro físico en México: “Pensaba que aquello que no está en un libro, pero sí en una carta, en un altavoz, en otros medios, a veces carece del reconocimiento desde esta cultura literaria a veces un poco elitista. Por eso es importante mirar, más que el soporte, el contenido, la historia”.  

Por su parte, el director del Colectivo Poesía y Trayecto, Karlos Atl, reflexionó sobre la autoría invisible de quienes ejercen el oficio de escribano: “la literatura no solo se escribe en los libros que tienen autores; también es creada por ‘escritores fantasmas’ que nunca tiene algún crédito, como sucede con los escribanos de la Plaza de Santo Domingo. Todas las personas aquí, o la mayoría, tenemos familiares en Estados Unidos, y miles de esas cartas se han escrito aquí. También cuántos amores se han concretado a partir de los poemas o las cartas de amor que se han escrito”. 

Miguel Hernández, integrante de la Unión de Mecanógrafos y Tipógrafos Públicos, señaló que el oficio de escribano es una herencia del patrimonio intangible de la palabra: “Con tantas experiencias a lo largo de tantos años, creemos que estamos dentro de la identidad del ser mexicano. Al ser eliminados por las nuevas tecnologías, también eliminamos nuestra propia forma de ser”.

El jefe de Patrimonio Cultural y Conservación de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, Alonso Flores Ávila, expresó que la figura del escribano persiste en la Plaza de Santo Domingo con una admirable capacidad de adaptación y como resistencia cultural, ya que conocen perfectamente los formatos de trámites oficiales, la redacción de cartas personales, emisión de declaraciones, contratos y documentos legales.

Asimismo, el funcionario local señaló que los escribanos de la Plaza de Santo Domingo cuentan con todo lo necesario para solicitar su reconocimiento al Patrimonio Cultural Inmaterial de la Ciudad de México, conforme a los lineamientos de la UNESCO y a la Ley de Patrimonio Cultural, Natural y Biocultural de la capital.

Finalmente, Natalia Pedroza y Fernández, integrante de la Red Poética del Mediodía, señaló que el oficio de escribano está vigente a pesar del desarrollo tecnológico, ya que existen muchos poetas en el mundo que siguen escribiendo y viajando con máquina: “A diferencia de ChatGPT, es la contención que tú puedes dar, si bien somos poetas o escribanos que trabajamos bajo encargo, también las personas depositan en nosotros una confianza y es parte de que la escritura tenga este contacto humano; nosotros que sí leemos en viva voz el poema o nos detenemos a abrazar a la persona que nos cuenta su problemática para su poema, yo creo que esa es la diferencia”.

Al concluir el conversatorio, el público plasmó sus ideas en cartas y poemas a través de las máquinas de escribir de las y los escribanos.