TEATRO

EL CHICO QUE QUISO VOLAR CON ALAS DE INSECTO: UNA MIRADA KAFKIANA A LA PERIFERIA DE MONTERREY

Boletín No. 775 - 27 de junio de 2025
  • La historia de amor y transformación se narra desde la mirada de un joven perdido entre las calles y la fantasía
  • Una puesta en escena que combina humor, crítica social y lenguaje escénico para hablar del deseo, la marginalidad y la resistencia

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Teatro, y Teatro Epifanía presentan El chico que quiso volar con alas de insecto, puesta en escena escrita y dirigida por Daniel Gutiérrez, que inicia temporada en el Centro Cultural del Bosque (CCB), en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky.

Ofrece una metáfora crítica y divertida sobre la vida en las periferias de Monterrey, Nuevo León, al tiempo que retrata una historia de amor y desaparición desde la mirada de un joven que busca escapar del ocio y de la rutina de la vida cotidiana.

Un viaje escénico por la sociedad regiomontana

Mediante el relato fabulado, El chico que quiso volar con alas de insecto construye, en 75 minutos, una narrativa sobre el lenguaje, los usos y las costumbres en las colonias populares de Monterrey y su Área Metropolitana. La pieza convierte a sus personajes en símbolos de una resistencia cotidiana frente al calor sofocante, la contaminación, la escasez de agua y la marginación. Humanos e insectos se funden en una sola especie que sobrevive, sueña y ama en condiciones extremas.

Con actuaciones de Alex Estrada, Andrea Cortés, Diego de Lira y Jennifer Peña Ramírez, el montaje transita por diversos géneros. La estructura permite una multiplicidad de voces, perspectivas y tiempos. Se trata de una comedia que refleja distintos arquetipos y hábitos que forman parte de la cultura regiomontana. Es, a la vez, sátira social, retrato íntimo e invitación a mirar de cerca lo que comúnmente se evita ver.

El lenguaje escénico se apoya en un trabajo corporal y vocal de precisión. Dos actrices y dos actores interpretan, sin abandonar la escena, a múltiples personajes, narradores e investigadores. La escenografía, al centro de las miradas del público, está construida a partir de estructuras modulares y delimitada por un cuadrilátero. Junto con el diseño de iluminación y el paisaje sonoro, el entorno potencia la imaginación del público y genera atmósferas que transitan entre la comedia y la reflexión.

El diseño escénico, de iluminación y vestuario es del propio Daniel Gutiérrez; el diseño sonoro corre a cargo de Alan Alanís. Juntos logran un dispositivo vivo, expresivo con el universo simbólico de la propuesta.

Una odisea marginal entre cucarachas, deseo y resistencia

Es la historia de Samuel, un joven sin grandes aspiraciones, atrapado en un empleo mediocre y con la autoestima hecha trizas, que un día simplemente desaparece. Pronto descubrimos que ha sido golpeado por una pandilla y por fanáticos rivales del fútbol, en medio del conflicto entre las barras de Tigres y Rayados, y detenido por la policía. En su encierro se encuentra con Chicle, personaje de terrible pasado y líder de la pandilla local “los Chiches”, quien, gracias a un favor que le debe un guardia, logra ayudar a Samuel a escapar.

A partir de entonces, la narrativa adquiere tintes fantásticos. Samuel asiste a los quince años de Laurita, la chica que ama con una mezcla de ternura y obsesión. Durante el festejo, utiliza una piedra mágica –objeto misterioso que carga consigo– para desear que ese instante con ella dure para siempre. El deseo se cumple, pero de forma inesperada: todos los asistentes se transforman en cucarachas, el caos estalla y, sin embargo, Samuel y Laurita comparten un instante de amor eterno, suspendido en el tiempo y sellado por la piedra.

Andrea Cortés, quien interpreta a Laurita y también es una de las narradoras, señala: “No soy de Monterrey, así que fue una experiencia de mucha investigación. Tuve que conocer los lugares mencionados en la obra y apegarme a una cultura muy arraigada que no conocía del todo. Eso me ayudó a construir un personaje desde un contexto social que fui descubriendo con la puesta en escena”.

Por su parte, Diego de Lira comenta: “La obra plantea un grito de ayuda a los soñadores que, aún viviendo entre cucarachas, encuentran que estas son más amables que algunos humanos. Nos habla de una sociedad que desea que fracases y de un amor que, aunque no convencional, atraviesa la catástrofe para encontrar su luz”.

Gutiérrez, autor y director, explica: “La obra surge a partir de una pregunta: ¿cómo vería la ciudad un insecto? Quise hablar de los barrios donde crecí, de la cultura regia, de cómo nos sentimos pequeños en la ciudad. También sobre el amor, no uno idealizado, sino uno que existe en medio de la confusión y el caos. Todos tenemos algo que contar, aunque parezca insignificante”.

Reconocimientos y trayectoria

El chico que quiso volar con alas de insecto recibió mención honorífica en el Premio Independiente Teatro sin Paredes 2019, obtuvo el apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) del Sistema Creación y Nuevo León 2022, y participó en el Encuentro y Festival de Teatro de Nuevo León 2024. Su actual temporada forma parte del Programa Nacional de Teatro para niñas, niños, jóvenes y personas adultas del INBAL.

Una propuesta escénica que invita a mirar desde la tierra y la resistencia, para elevarnos –aunque sea con alas de insecto– en busca del amor, la identidad y la esperanza. La puesta en escena se presenta hasta al 3 de agosto de 2025, con funciones de jueves a domingo en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky, ubicado en el Centro Cultural del Bosque, Ciudad de México.