LA COMPAÑÍA NACIONAL DE ÓPERA CONSOLIDA UNA TEMPORADA 2025 DE ESTRENOS, MEMORIA E INNOVACIÓN

- Estrenos, recuperación del patrimonio operístico, proyección internacional y funciones con localidades agotadas
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) destacan los resultados de la temporada 2025 de la Compañía Nacional de Ópera (CNO), que se consolidó como un periodo marcado por la diversidad estética, el fortalecimiento institucional, la vinculación internacional y la participación de artistas de destacada trayectoria.
Desde el inicio del año, la programación se construyó a partir de algunos de los ejes institucionales del INBAL —memoria, perspectiva de género, vinculación internacional e innovación escénica—, integrando propuestas que dialogaron con los grandes temas de la condición humana y con problemáticas socioculturales contemporáneas.
La temporada abrió con la Sinfonía coral Romeo y Julieta, de Héctor Berlioz, dirigida por Stefan Lano, con la participación del Coro y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, reafirmando la vocación sinfónico-coral del recinto y el intercambio artístico internacional.
En continuidad con este enfoque, Lady Macbeth de Mtsensk, de Dmitri Shostakóvich, bajo la dirección musical de Migran Agadzhanyan y la dirección escénica de Marcelo Lombardero, se presentó como un contundente ejercicio de perspectiva de género. A través de un lenguaje visual de gran fuerza, sustentado en tecnologías escénicas contemporáneas, la obra profundizó en las estructuras de violencia, desigualdad y opresión del patriarcado.
La producción conmemoró además el 50 aniversario luctuoso del compositor y marcó su estreno en México, luego de haber sido pospuesta en 2020 a causa de la pandemia, con un notable recibimiento del público y de la crítica especializada, registrando localidades agotadas en todas sus funciones.
La reflexión sobre la violencia estructural continuó con Rigoletto, de Giuseppe Verdi, bajo la dirección musical de Benjamin Pionnier y la dirección escénica de Enrique Singer, que ofreció una relectura crítica enfocada en el abuso de poder y la violencia de género. Con un reparto integrado por figuras nacionales de proyección internacional —encabezado por Alfredo Daza, Jorge Lagunes, Arturo Chacón-Cruz, Leonardo Sánchez, Leticia de Altamirano y Génesis Moreno—, la producción destacó por su planteamiento dramatúrgico y por el fortalecimiento de los modelos de colaboración intrainstitucional, mediante el trabajo conjunto con la Coordinación Nacional de Música y Ópera.
La experimentación escénica tuvo un capítulo fundamental con el estreno en América de Un re in ascolto, de Luciano Berio, ópera basada en un texto de Italo Calvino. Dirigida musicalmente por Wolfgang Wengenroth y escénicamente por Martín Bauer, la producción integró multimedia y nuevos lenguajes escénicos. Esta colaboración con el Instituto Italiano de Cultura fortaleció la dimensión internacional de la temporada y posicionó a la Compañía Nacional de Ópera en la vanguardia mundial, al presentar una obra de esta envergadura en el marco del centenario del natalicio de Berio y del cuadragésimo aniversario luctuoso de Calvino.
La exploración de los mitos y de las tensiones psicológicas femeninas alcanzó uno de sus puntos culminantes con Elektra, de Richard Strauss, dirigida musicalmente por Stefan Lano y escénicamente por Mauricio García Lozano. La producción integró de manera orgánica recursos visuales y tecnológicos para profundizar en las dinámicas de violencia, memoria y poder que atraviesan a sus protagonistas. Destacó, asimismo, la solidez de sus dos elencos, conformados en su mayoría por talento nacional —siendo esta la primera ocasión en que los roles de Crisótemis y Clitemnestra fueron interpretados por cantantes mexicanas— y enriquecidos por la participación de dos solistas de relevancia internacional, Catherine Hunold y Diana Lamar. La obra extendió su presencia al 53 Festival Internacional Cervantino, donde se presentó en el Teatro Juárez en el marco del Día Mundial de la Ópera.
En el eje de recuperación del patrimonio musical mexicano, la temporada incluyó la reposición de La leyenda de Rudel, de Ricardo Castro, presentada con su orquestación original. Realizada en colaboración con el CENIDIM, el Taller Coreográfico de la UNAM, México Opera Studio y Takupí Creadores Escénicos, esta producción constituyó una aportación invaluable a la memoria histórica de la ópera mexicana, mediante un montaje multidisciplinario de gran relevancia cultural.
En el eje de memoria y reconocimiento, se llevaron a cabo dos conciertos dedicados a destacados intérpretes mexicanos: la gala con Javier Camarena, conmemorando 20 años de su debut en el Palacio de Bellas Artes, acompañado por Ángel Rodríguez al piano; y el concierto con Arturo Chacón-Cruz, junto a integrantes del Estudio de la Ópera de Bellas Artes y la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, bajo la dirección de Gaetano Lo Coco, celebrando más de 25 años de trayectoria internacional.
Como parte de la conmemoración del 70 aniversario de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, se programó un concierto dedicado a fragmentos de óperas de Richard Wagner y Richard Strauss, dirigido por Stefan Lano. El programa destacó la versatilidad, solidez técnica y madurez interpretativa de una de las agrupaciones más emblemáticas del país, con una entusiasta respuesta del público.
Asimismo, la presentación de la Pequeña Misa Solemne, de Gioachino Rossini, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, bajo la dirección del maestro Salvatore Caputo y con la participación del Coro del Teatro de Bellas Artes, se interpretó en su versión original para solistas, piano y armonio. Los solistas fueron seleccionados desde la propia agrupación, dando visibilidad al talento nacional que forma parte del grupo artístico estable del INBAL.
Este trabajo artístico se vio fortalecido por la dimensión formativa de la CNO, que impulsó la XLII edición del Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli, con la reincorporación de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes bajo la batuta de Srba Dinić, ampliando la proyección profesional de jóvenes intérpretes.
A lo largo del año participaron 178 artistas, entre solistas, directores, actores, bailarines, creativos y realizadores, reflejando un ecosistema colaborativo robusto que impulsa el desarrollo operístico nacional.
La presencia digital se consolidó con miles de visualizaciones en transmisiones en vivo, extendiendo el alcance de la temporada más allá de la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes y permitiendo que las producciones llegaran a nuevas audiencias dentro y fuera del país.
La programación 2025 integró revisiones críticas de la violencia, relecturas de los clásicos, innovación tecnológica y recuperación del patrimonio histórico. Cada una de las producciones fortaleció la presencia del INBAL como referente nacional e internacional en la creación operística y confirmó que la ópera continúa siendo un medio esencial para reflexionar sobre el pasado, interpretar el presente y proyectar nuevas relaciones entre arte y sociedad, consolidando al Palacio de Bellas Artes como uno de los escenarios operísticos más relevantes de América Latina.